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La utopía del patrimonio cultural

...nuestra historia tiene mucho que ver con las tradiciones criollas, heredadas del ancestro común, del contacto entre pueblos originarios desde mucho antes de la Conquista...

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La diferenciación entre lo "cultural" y lo "ambiental" se hace porque la cultura se asocia exclusivamente a la capacidad humana y lo ambiental a lo natural, que existiría independientemente de lo humano.

Se ha sostenido que la sociedad es distinta a la naturaleza, por lo cual la cultura de la sociedad humana no es ambiente. En contraste, asumimos la cultura como una capacidad creativa y transformadora del ser humano en su ambiente, indisociable de los sujetos en sus contextos. Si lo cultural y lo ambiental forman parte del comportamiento humano, el "patrimonear" es una acción política, al decidir respecto de sus valoraciones y normar sus relaciones, y es también una actividad cultural que supone colectivos organizados.

¿Quiénes valoran? Los organismos públicos respaldados en legislaciones que reconocen en la ciencia, tecnología y la modernidad, los pilares del modo de vida que se prescribe, determinado por los distintos grupos de poder (económicos e ideológicos), quienes son los dueños de la industria de lo cultural.

Cómo somos creadores de lo cultural, debiésemos ser todas y todos también protagonistas para tomar decisiones, lo que nos exige estar organizados activamente.

¿Cuáles son los criterios para valorar? Se argumenta con la necesidad de proteger y conservar, de asignar valor de cambio (homologar con el dinero), de transformar en bien, de mercantilizar.

Las elites que se reproducen a sí mismas, establecen qué es lo culturalmente relevante para que sea "objeto de patrimonio". Si seguimos cómodamente pasivos, displicentes con nosotros mismos y despreocupados del bienestar de los demás, estas elites podrán también "poner en valor" y mercantilizar nuestros sueños y esperanzas.

No permitamos que sean ellos los que atrapen la utopía que, como canta Serrat "se echó al monte" y está a la espera que nosotros la recuperemos y la reinventemos porque "sin utopía la vida sería un ensayo para la muerte" .

Dr. Antropología Social. Académico Uach

Tradiciones y fallo internacional

Ayer terminó la Fiesta de la Chilenidad y en ella también hubo un espacio para reflexionar sobre la decisión de La Haya.

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Un llamado a la unidad de los pueblos latinoamericanos y a orar por la paz realizó ayer el sacerdote encargado de la Misa a la Chilena, realizada en el Parque Saval, como parte de las actividades dominicales de la Fiesta de la Chilenidad.

El padre Carlos, párroco de la iglesia Cristo Rey de Valdivia, resaltó en su homilía la importancia de trabajar por la armonía y por encontrar puntos de acuerdo entre los pueblos, aludiendo así al resultado del fallo de La Haya, que será dado a conocer hoy y que ha ocupado el centro de la agenda informativa en los últimos días.

El llamado desde el Parque Saval se suma al que se realizó ayer en prácticamente todas las iglesias del país y se une al formulado hace pocos días por los obispos de Chile y Perú, quienes solicitaron a las autoridades de ambos países respetar los acuerdos y recordar que las dos naciones están unidas por una historia común, que debe primar por sobre las diferencias.

Esa historia tiene mucho que ver con las tradiciones criollas, heredadas del ancestro español común, del contacto entre pueblos originarios desde mucho antes de la Conquista; de los vínculos que se han multiplicado en siglos de intercambios familiares, sociales y económicos, que se mantienen por caminos diferentes a los políticos.

Aludir a esos elementos identitarios y unitarios, que también definen el ser latinoamericano, fue el objetivo de la Fiesta de la Chilenidad realizada entre el 23 y el 26 de enero, por lo cual las palabras del sacerdote en la misa del mediodía de ayer no son ajenas a este objetivo, que busca contribuir a la paz y al desarrollo.

Desde las 11 horas de hoy las miradas de muchos chilenos estarán centradas en la decisión de la Corte Internacional de Justicia sobre la delimitación de la frontera marítima norte entre Chile y Perú. El resultado será importante para el futuro de los vínculos bilaterales y, por lo mismo, debe ser respetado con responsabilidad.

El llamado de las iglesias apunta en esa dirección y nos alegramos que la Fiesta de la Chilenidad sirviera también como un espacio de reflexión al respecto.