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Rehabilitar a los adultos mayores

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Director

Kinesiologia

UST

La rehabilitación juega un papel trascendental en el adulto mayor, permitiéndoles mantener sus capacidades funcionales y activas. Esto producto que, en esta etapa de la vida, las personas sufren enfermedades relacionadas con discapacidades neuromusculares y esqueléticas. Se fatigan más rápidamente, y falta motivación, siendo la falta de actividad física un problema constante.

Las causas más frecuentes de solicitud de rehabilitación son producto de aislamiento y falta de comunicación; deterioro de aparato musculo esquelético por desuso; perdida de la memoria; problemas con la sexualidad; pérdida de las funciones motoras, fuerza, equilibrio y alteración de las posturas y marcha. Para intervenir en este proceso deben formarse equipos de trabajo que contemplen la participación de psicólogos, terapeutas ocupacionales, nutricionistas, kinesiólogos, médicos. Asimismo los ejercicios deben ser dirigidos por un kinesiólogo especialista y la terapia debe estar en concordancia con la capacidad de resistencia de la persona. Por ejemplo, al elegir una actividad física, se debe tener en cuenta la edad, el sedentarismo, si ha padecido o sufre enfermedades importantes, y su estado de salud.

Es clave que el individuo cuente con un plan de terapia adecuado a sus necesidades, mediante un programa preventivo, correctivo o de mantenimiento donde el objetivo primordial sea su autoestima e independencia física y psicosocial. Para ello se deben tomar medidas que permitan mantener la máxima funcionalidad y mayor libertad articularidad, fomentando la sociabilización, recreación y actividad física, las cuales involucren ejercicios simples hasta aquellos dirigidos por expertos.

Por último es necesario, que el adulto mayor tenga en cuenta lo valioso que es la autoayuda, ya que es parte de la rehabilitación.

"he dedicado más 65 años de mi vida al arte de la joyería"

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Robustiano del Carmen Ochoa Oyarzún nació el 30 de mayo de 1935 en Valdivia y hace 65 años que se dedica a grabar, confeccionar y laminar piedras preciosas en su joyería, ubicada en el local N°19 de la galería Cristal.

Recuerda que desde pequeño sus padres, Úrsula Oyarzún y Robustiano Ochoa, le enseñaron el esfuerzo y la perseverancia, valores que lo impulsaron en 1949 a trabajar junto al joyero Rigoberto Guerra, con quien colaboró durante siete años, logrando aprender el arte de la confección y fundición de metales preciosos.

Se declara "amante de la platería y de la familia". En 1957 comenzó a trabajar en la antigua joyería Mancini, con el objetivo de mantener a su esposa, Floridema Oyarzún, con quien contrajo matrimonio en 1954 y tuvo tres hijos: Waleska, Cecilia y Jaime.

Debido a sus bajos ingresos, que no le permitían mantener cómodamente a su familia, en 1958 entró a trabajar como diseñador de anillos y aros en la antigua joyería Henzi, en la cual desempeñó sus funciones hasta 1964, fecha en la que optó por independizarse para instalar su propia joyería en calle Camilo Henríquez, casi esquina Cochrane.

¿Cómo fueron sus primeros años de empresario?

-Fue un desafío. En esos tiempos contaba con dos personas que me ayudaban y un espacio de 9 x 8 metros cuadrados. A pesar de eso se logró generar un público que compraba a diario. Sin embargo, tuve que trasladarme porque el edificio donde se emplazaba la joyería lo iban a derrumbar para construir uno nuevo, lo cual me obligó en enero de 1965 a cambiarme a calle Arauco, esquina Independencia, lugar donde estuve 10 años, llegando a tener 18 trabajadores y un lugar de 10 x 9 metros cuadrados. Luego de eso me instalé en el antiguo edificio Monsalve y posteriormente me fui a la capital.

¿Y por qué se fue del lugar si le iba tan bien?

- Necesitaba aprender nuevas técnicas que me facultaran para poder innovar en mi trabajo. Por esa razón me trasladé a Santiago donde instalé una joyería en el sector céntrico y de manera paralela aprendí a realizar herramientas para maestros obteniendo el grado de engastador. Fueron tiempos favorables, pero también difíciles puesto que mi familia se quedó aquí en Valdivia esperando que yo volviera, hecho que ocurrió recién en 1995.

¿Qué hizo cuando volvió a la capital regional?

-Instalé una joyería en la galería Picarte, la cual estuvo emplazada ahí desde 1996 hasta diciembre del año pasado. Luego de eso instalé la joyería donde estoy ahora, en la cual trabajo junto a siete personas desde las 9.45 hasta las 20 horas y tengo un espacio donde instalé mi taller para confeccionar también aparte las joyas.

¿Qué trabajos realiza usted actualmente?

- Refacción de relojes, fundición y comercialización de joyas de oro y plata y trabajos para instituciones públicas y privadas como, por ejemplo, la municipalidad de Valdivia a la cual desde hace 30 años les realizamos la medalla de la Reina de Los Ríos y distintos galvanos y condecoraciones.

¿Cómo ha cambiado el rubro?

-Se ha deteriorado bastante, ya que la mayoría de las personas que dicen confeccionar joyas sólo las venden. Sumado a eso los clientes ya no están dispuestos a pagar grandes sumas de dinero en joyas de oro, sino que prefieren comprar imitaciones o confecciones de plata. A pesar de eso es una profesión que aconsejo a cualquier persona, puesto que es bella y además genera un tiempo suficiente y de calidad para compartir con los seres queridos, que debe ser lo más importante.