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Legitimidad de la persecución penal

Esta temporada es el paraíso para muchos, como los comerciantes ambulantes.

Este caso es un claro ejemplo de cómo opera el sistema de justicia criminal.

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En los últimos días generó revuelo mediático la absolución dictada en favor de un hombre acusado por la Fiscalía del delito de abuso sexual cometido en contra de sus hijas de 5 y 7 años. Se trata de una investigación que data de abril de 2010, cuando el Ministerio Público tomó conocimiento y dispuso diligencias de investigación tendientes al esclarecimiento de los hechos. En virtud de los antecedentes policiales y periciales obtenidos, principalmente la declaración inicial de las niñas, la Fiscalía llegó a la convicción de que había que ejercer la acción penal respecto de los hechos mencionados. Por ello, se decidió formalizar una investigación y pedir la prisión preventiva, solicitud que fue acogida por el Juzgado de Garantía y confirmada por la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Valdivia. Luego, frente a la retractación de las menores y atendidos la gravedad de los hechos investigados, el bien jurídico protegido, la relación de parentesco y los antecedentes reunidos, se adoptó la decisión de acusar y sostener esta pretensión, para que este caso fuera resuelto por el Tribunal Oral en lo Penal de Valdivia.

En el juicio oral, la Fiscalía presentó pruebas testimoniales y periciales que a nuestro entender acreditaban la participación del acusado, pero que no fueron suficientes para convencer al Tribunal -más allá de toda duda razonable- de su responsabilidad y, en consecuencia, éste dictó una sentencia absolutoria.

Este caso es un claro ejemplo de cómo opera el sistema de justicia criminal y cuáles son sus reglas para todos los intervinientes. La Fiscalía no ejerce la acción penal pública de manera arbitraria. Investiga los hechos punibles bajo el principio de objetividad junto a sus organismos auxiliares, los que le aportan elementos suficientes para desechar, cambiar o confirmar una línea de investigación que apunte a la presunta responsabilidad de alguien en un delito.

La existencia de un Tribunal de primera instancia que cautela las garantías de los intervinientes y puede acoger o rechazar la solicitud de una medida que restrinja la libertad de una persona o la prive de ella, también da cuenta de lo señalado. Junto con ello, la posibilidad de interponer un recurso ante un tribunal superior si una de las partes no está conforme con una resolución judicial, confirma aún más que el sistema criminal tiene vías de control que pueden ser ejercidas, como de hecho ocurrió en el caso señalado. Sin perjuicio de la convicción de la Fiscalía, en un sistema penal donde cada actor tiene y cumple su rol, no todo juicio oral termina en condena, sino que se abre la posibilidad de una absolución.

Directora Ejecutiva y vocera Fiscalía Regional de Los Ríos

Panoramas callejeros

La actividad veraniega es amplia y variada en el centro valdiviano, pero necesita que se desarrolle con más orden.

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La metamorfosis que sufre el centro valdiviano, que va desde las tristes y solitarias noches del largo invierno hasta el colorido multitudinario de unas cuantas semanas de febrero, es tan evidente que por momentos se hace difícil creer que se trata de la misma ciudad.

Las jornadas veraniegas, especialmente durante los fines de semana, se prestan para que mucha gente se acerque a presenciar las numerosas actividades que se presentan de manera programada o espontánea o simplemente llegue con el ánimo de caminar junto al río.

Esta temporada es el paraíso para muchos, como los comerciantes ambulantes, quienes se niegan a acatar las disposiciones que acotan su área de influencia, pero también favorece contundentemente al comercio establecido, lo que resulta muy adecuado, porque garantiza que los visitantes se van a encontrar con que se cumplen los requerimientos en materia de seguridad y salubridad de los que tanto se ha hablado en los últimos días.

La noche veraniega en el centro valdiviano es favorable también para quienes desean mostrar su talento artístico y, como ocurre en la mayoría de los casos, aprovechar para ganar algún dinero mediante la colaboración de los paseantes.

Aquí, sin embargo, se hace necesario detenerse un poco para revisar lo que ocurre, porque el paso del tiempo y la llegada de adelantos tecnológicos no ha sido suficiente para que Valdivia mejore en cuanto al orden que debiera imperar en sus calles.

Dicho de otra forma, el centro de la capital de Los Ríos se transforma a ciertas horas en un caos donde conviven todos los géneros y estilos musicales, para que al final de cuentas el ruido termine siendo insoportable.

Hace años que se pide que la actividad en la vía pública tenga algún grado de orden, para que todos los que tengan algo que decir o mostrar lo hagan de manera orgánica, respetando tiempos y espacios. De esa forma ganarían todos, los que tienen algo que exhibir y los que quieren recibir algo.