El desafío del fomento a la lectura
Uno de los pilares de la calidad de la educación es la comprensión lectora. Sin ella, todos los aprendizajes se dificultan.
El retorno a clases de escolares y universitarios genera discusiones y noticias en áreas que van desde el tránsito y los gastos familiares, hasta las políticas públicas. Entre esas inquietudes también es necesario incluir uno de importancia crucial: el fomento a la lectura como eje central del mejoramiento de la calidad de la educación, considerando que una adecuada comprensión de textos y el enriquecimiento del vocabulario son claves para el aprendizaje y buen desempeño en todas las ramas del quehacer humano.
Si alguien no comprende lo que lee o lo que escucha, difícilmente podrá seguir instrucciones, incorporar conocimientos nuevos o desarrollar tareas eficientemente. Y esto se refleja tanto en el rendimiento estudiantil como en la vida cotidiana y el desempeño laboral, dificultando la capacitación.
Si bien las cifras oficiales señalan que el 96% de la población chilena sabe leer (ine.cl); un estudio comparado de cifras desde 1998 a 2013, realizado por la Cámara Chilena de la Construcción y la Universidad de Chile, reveló que más del 80% de los mayores de 15 años tiene solo competencias básicas en uso del lenguaje y que un 44% se encuentra en una situación de analfabetismo funcional. Es decir, no puede extraer datos relevantes de un documento, ni comprender mensajes sencillos como una dosis de medicamento o cómo preparar leche.
Esto es preocupante si se piensa desde la perspectiva que Chile se abrió a los mercados internacionales, hay metas para alcanzar el desarrollo antes de 2018 y para eso se requiere de fuerza laboral más calificada.
Las cifras no están ajustadas a Los Ríos, pero se puede inferir que el escenario no es favorable al decir que en Valdivia hay un 2,5% y en La Unión un 4,2 % de analfabetismo formal, pero que en las otras comunas la cifra supera el 5%.
Lamentablemente en la zona se da también una tendencia nacional que habla de brechas sociales: los índices más bajos se concentran en los lugares más pobres y los resultados menores de pruebas como el Simce y PSU de Lenguaje están en los colegios municipales.
En este escenario parece muy claro dónde y en qué área hay que concentrar recursos y energías.