Secciones

Jesús y las tentaciones

E-mail Compartir

El miércoles recién pasado comenzó la Cuaresma con la celebración de Cenizas, en donde con el signo de la ceniza en nuestra cabeza se nos recuerda la necesidad permanente de conversión y de creer en Jesucristo y en su evangelio. La Cuaresma es un tiempo de cuarenta días que recuerda los cuarenta días de ayuno que hizo Jesús en el desierto impulsado por el Espíritu. El relato de las tentaciones de Jesús en el desierto, que aparece en el evangelio de Mateo, consigna: la de convertir las piedras en pan; la de lanzarse al vacío, esperando que los ángeles lo salven; y la tentación de la riqueza y de dominio. Una vez más la actitud de Jesús nos ayuda en nuestro propio camino espiritual. ¿Qué hacer frente a las tentaciones? ¿Cuáles son nuestras propias tentaciones? Y, finalmente, ¿qué hizo Jesús ante las tentaciones? Antes de responder a esta última pregunta, es importante notar que Jesús se muestra dispuesto a aceptar las tentaciones: fue llevado por el Espíritu al desierto, en donde es tentado por el demonio. Jesús se deja llevar por el Espíritu, porque es un hombre libre y por lo tanto disponible a la voluntad de Dios, aunque esto signifique ir al desierto. ¿Cómo responde Jesús a las tentaciones? La contestación está fundamentada en la misma Palabra de Dios: "No sólo de pan vive el hombre", "no tentarás al Señor", "adorarás al Señor". La clave está en el proyecto de vida que Jesús nos propone: aferrarse a Dios y a su Palabra, porque lo demás vendrá por añadidura.

Que este tiempo de Cuaresma que se inicia, como preparación a la Semana Santa, sea un tiempo de unirnos al Señor en la oración, y en la lectura de la Biblia, y que nuestra solidaridad activa sea signo de ese encuentro con Él.

Sacerdote