Juan Vargas Oñate
Dolor y hondo pesar provocó en la comunidad de Lago Ranco el trágico deceso del pastor evangélico Roberto Martínez Salvo (81) quien cayó junto a su camioneta a las aguas del río Bueno, en el sector del balseo Puerto Lapi.
Sus restos están siendo velados desde ayer al mediodía en el templo ubicado en calle Temuco, hasta donde centenares de personas llegaron a recibir el féretro.
El vehículo mortuorio, que llegó desde Valdivia, fue seguido en una lenta caravana con cánticos y oraciones, acompañando la comunidad cristiana a la pastora Albertina Lagos, de 82 años, quien encabezó el grupo familiar y de amigos que desde el Servicio Médico Legal retiraron sus restos.
La viudad es oriunda de Lota y según cuenta la historia conoció a su marido cuando éste llegó a probar suerte como minero a la Octava Región, en la década del '50. Ahí estuvo por seis años, conoció a Albertina, se casaron y juntos regresaron a Lago Ranco para dedicarse a las actividades agrícolas y a seguir a Cristo hasta ser ungido como pastor en el año 1988.
"En ese momento se cumplió una profecía porque cuando él tenía siete años, una persona le dijo que sería pastor. Luego fundó el Consejo Provincial de Pastores de la Provincia del Ranco", recordó Roberto, uno de sus seis hijos, quien explicó que una de sus hermanas viajaba a Chile desde Buenos Aires, Argentina para sumarse a la despedida.
En la familia hubo dos mellizos que fallecieron hace un tiempo y de cuya pérdida el grupo salió adelante "con la ayuda del Señor, la misma que permitió el año pasado a mi padre levantarse de su cama tras sufrir un derrame cerebral. Los médicos le dijeron que estaría unos 90 días tirado, sin poder hacer nada; sin embargo aferrado a sus oraciones, en 16 días salió a pastorear sus cinco iglesias, sin parar hasta ahora", agregó el primogénito.
Desde que se conoció la tragedia y su inesperado deceso, la familia Martínez Lagos, comenzó a recibir las condolencias y pésame por la irreparable pérdida.
Desde el alcalde Santiago Rosas, a quien el pastor conoció desde niño, hasta quienes incluso no tienen credo.
"Porque él era un ser servicial, sin hacer distinciones. Su camioneta estaba a disposición de todos. Y se levantaba a la hora que le pidiésen si había que ayudar a alguien", señaló Ismael Obando Ávila, quien era su ayudante y ahora preside el consejo vecinal de Lago Ranco.
Nadie imaginó, sin embargo, que el miércoles último Martínez saldría de su hogar para cobrar su jubilación y que, al regresar, encontraría la muerte en un lugar por que el habitualmente lo hacia.