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El reto del medicamento

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Agencias

Brasil ha creado la primera cabra clonada y transgénica de América Latina.

Así lo informó la universidad brasileña de Fortaleza, especificando que lo que se buscaba con el proyecto de investigación era la producción de una proteína humana necesaria para el tratamiento de una de las enfermedades que más gastos generan al sistema brasileño de salud pública: el síndrome de Gaucher.

Para unos 700 pacientes, el tratamiento cuesta anualmente más de 180 millones de reales, es decir, unos US$80,2 millones, explicó la investigadora Luciana Bertolini.

Si bien, la enfermedad es considerada rara y de carácter recesivo, "las persona que tienen ese problema no consiguen producir una proteína que metaboliza un cierto tipo de grasa en el organismo. Entonces esa grasa se va acumulando principalmente en el bazo y en el hígado y si no es tratada lleva a la muerte", explicó la abanderada del proyecto.

Actualmente, el tratamiento consiste en una inyección a cada quince días con la proteína glucocerebrosidase, responsable por metabolizar y eliminar esta grasa y sintetizada en cultivos de células de hámsters y zanahorias y comercializado por sólo dos laboratorios en el mundo, lo que lo hace todavía más caro.

"Nosotros somos completamente dependientes de empresas extranjeras actualmente para la producción de este medicamento", recordó Bertolini, quien espera que la investigación genere una producción de cerca de diez gramos de proteína por litro de leche de cabra.

En 2011 comenzó la investigación, la que contó con la colaboración de la empresa QuatroG de la Pontificia Universidad Católica (PUC) de Río Grande do Sul y con financiación pública por parte de la estatal Finepe.

En el inicio fueron 45 cabras fecundadas con diez y quince embriones cada una, pero sólo una nació saludable y está siendo preparada para tener su lactación estimulada en este año.

La idea es que hasta el final de este año sea posible saber cual es la capacidad de producción de proteína de cabra para a partir de entonces reproducirla e iniciar las pruebas preclínicas, la última fase antes de probarla en humanos y reglamentar el medicamento.

En esa fase, apuntó la especialista, radica la mayor dificultad de la investigación por la falta de "know how" suficiente en el país para la realización de este tipo de pruebas, siendo necesario enviar la investigación para institutos internacionales.

"Brasil todavía no tiene ningún medicamento producido aprobado de esta manera. Tenemos un modelo estadounidense, pero no para medicamentos y entonces tendremos que iniciar eso ", lamentó la investigadora.

Con una previsión más optimista, basado en los plazos de institutos internacionales, la investigadora cree que entre cinco y diez años consiga concluir la producción del medicamento, pero sin garantías, debido a que muchos elementos tendrán que ser implementados en el país.

"Hay muchas cosas que no están puestas para nosotros todavía. Nuestro 'know how' (conocimiento) no es el de hacer las pruebas preclínicas. Ya hice mi parte, que fue producir el animal, ahora otra persona va a tener que seguir con las pruebas y ese es el 'link' que está faltando", concluyó Bertolini.

El instituto que estaba más avanzado en ese tipo de pruebas en Brasil era el Royal, atacado por activistas defensores de animales en octubre del año pasado y que cerró sus puertas, reveló la investigadora Luciana Bertolini. Ante esto, la situación vuelve "incierta" una previsión para colocar el medicamento en el mercado, pudiendo frenar la investigación. Por ello, Brasil deberá implementar muchas cosas para que el medicamento tenga las garantías necesarias.