Secciones

El vals de los inútiles: ideales a prueba

Desde el nuevo espacio funcionará el servicio de taxis de modo que los pasajeros tengan una alternativa real, eficiente, práctica y económica de traslado dentro de la ciudad...

E-mail Compartir

El movimiento mil ochocientas horas por la educación es una de las manifestaciones ciudadanas más potentes que ha presenciado nuestro país.

Ver a jóvenes de todos los sectores, corriendo alrededor de La Moneda día y noche hasta completar casi dos mil horas como un acto simbólico, remece el piso a cualquiera, genera conciencia. A partir de esta movilización, el director Edison Cajas, supo que se estaba gestando algo grande y decidió registrarlo.

La demanda de los estudiantes por una educación gratuita y de calidad, junto con el fin al lucro, claramente abrió un debate del cual se ha hablado mucho y se ha conseguido poco.

Pero quisiera detenerme en aquello que emergió al estallar la polémica, eso que subyace en lo profundo de una sociedad dañada y corrompida.

El miedo, herencia de la dictadura o quizás de mucho antes, que nos define como personas temerosas a decir lo que pensamos y a exigir lo que merecemos.

La desigualdad, presente en todos los aspectos de nuestras vidas, la vemos y experimentamos a diario, como víctimas o victimarios, habita en nuestro subconsciente y dinamita la democracia.

El triunfo del capital por sobre lo humano, la importancia que le damos a lo material antes de lo espiritual y el valor errado que cobran ciertos elementos prescindibles, frente a aquello que es irrenunciable: la dignidad y el derecho a ser libres.

Todos flagelos presentes en cada ámbito de nuestro país joven y emergente. Pero como buen adolescente que es Chile, debemos esperar a que madure sin cobrar tantas víctimas en el proceso. Si bien el cambio se genera a partir de políticas eficientes por parte del gobierno, sabemos que aquellos hombres y mujeres son tanto o más imperfectos que nosotros.

El Vals de los Inútiles nos muestra un problema país de la mano de estudiantes que no tuvieron miedo a pedir lo que creían justo. Jóvenes cansados de dar vueltas en círculo eternamente, que dicidieron avanzar hacia el futuro.

Escritora

Traslado del Barrio Flotante

Después de cuatro años, el proyecto de Transporte Fluvial Sustentable se acerca a su instalación en una ubicación definitiva.

E-mail Compartir

Durante el fin de semana se efectuó la primera parte del traslado del muelle flotante de Valdivia hacia su nueva ubicación. Fue sacado de su estación frente a la Costanera Cultural, para llevarlo a los astilleros Alwoplast, donde recibirá mantención, para luego instalarse al lado del Muelle Schuster, donde antes se emplazaba el museo submarino O'Brien.

El cambio de un sitio a otro implica completar el proyecto del Transportes Fluvial Sustentable iniciado hace cuatro años por el empresario Alex Wooper, en el marco de los planes de acción del grupo Visión Valdivia, los cuales buscaban apoyar el desarrollo urbano local con trabajo en conjunto entre el sector público y el privado.

Desde el nuevo espacio podrá concretarse finalmente el servicio de taxis fluviales con paraderos en diferentes puntos del Calle Calle, de modo que los pasajeros encuentren en ellos una alternativa real, eficiente, económica y práctica de traslado dentro de la ciudad y la comunidad vuelva a mirar hacia el río, como una vía de uso cotidiano.

Los 24 puntos de embarque proyectados tienen un trazado de ubicación a lo largo del río y dos de ellos ya están construidos, uno frente al terminal de Buses y otro en Los Castaños, a un costado del Museo van de Maele; pero la idea global es establecer una red fluvial pública, con un recorrido desde el sector de la Gruta de Lourdes hasta el islote Haverbeck.

El atractivo adicional de estos taxis es que los botes funcionan con energía solar y el Barrio Flotante que centraliza su labor es energéticamente autosustentable y además genera su propia agua. Es decir, también una innovación amigable con el medioambiente.

En la concreción de esta idea han contribuido la municipalidad y la Subsecretaría de Desarrollo Regional, pero además ahora se ha solicitado la ayuda de la Subsecretaría de Marina, pues la concesión para emplazar la estructura frente a la calle San Carlos tiene un costo anual elevado, que impediría mantener los precios de los pasajes a un nivel competitivo con el transporte terrestre. Un nuevo apoyo estatal en ese sentido, resulta absolutamente necesario para esta última etapa.