El nombramiento de Valdivia como Capital Americana de la Cultura 2016, es una muy buena noticia. En primer lugar, porque pondrá el nombre de la ciudad en todos los circuitos internacionales asociados a la organización que otorga esta distinción, pero también porque permitirá proyectar la belleza de la región de Los Ríos, sin cuyo contexto es imposible apreciar a la capital en su verdadera dimensión.

La decisión en beneficio de Valdivia fue lograda gracias al esfuerzo de la municipalidad local, que permitió incluir a la zona en una lista que en Chile solo han integrado Iquique en 2001 y Santiago en 2004, lo cual se tradujo en que ambas ciudades fueran foco de reportajes en cadenas internacionales, que sus eventos se promocionaran y que se abriera una oportunidad para que las propias comunidades miraran hacia el interior, realizaran las inversiones necesarias y dieran nuevos impulsos para la creación, la conservación y la difusión artística local. Un beneficio puntual, con consecuencias positivas de largo plazo.

Valdivia tiene amplia conciencia de su propio valor cultural y, por lo mismo, este respaldo le permitirá resaltar aún más aquellos elementos que se consideran más valiosos y que deben ser priorizados con ayuda de la ciudadanía.

El Bureau Internacional de Capitales Culturales propone en cada ciudad que selecciona la elección de los 'siete tesoros del patrimonio cultural' como punto de partida para la campaña que patrocinará. En este caso, los valdivianos (organizaciones, autoridades, personas naturales) deberán proponer esos siete candidatos y en ellos se focalizará el esfuerzo de la Capital Cultural durante 2016. Hay plazo hasta julio y seguramente sobrarán nombres, de los cuales sentirnos orgullosos.

Actualmente, la capital cultural es Colima, en México. Durante 2015 será Mayagüez y luego Valdivia. Hay tiempo para prepararse y mostrar el mejor rostro al público que nos verá dentro de dos años. Es de esperar que este proyecto iniciado logre aglutinar voluntades locales y que motive trabajo cooperativo sólido. Con lograr ese objetivo, ya habrá camino avanzado.

Hacer música y querer ser profeta en esta tierra es tarea ardua. Si bien existen varias bandas nacionales que a la fecha han logrado un sitial en el extranjero y también reconocimiento en Chile, yo compararía la vocación del músico local con el arrebato suicida de un piloto kamikaze.

Algunos querrán matarme después de leer esto, pero debemos admitir que los chilenos somos fracasados por naturaleza. Cuando emprendemos un proyecto casi siempre nos encontramos con una serie de trabas absurdas, ya sea por el medio burócrata en que estamos inmersos o bien por la propia falta de motivación. Esto pareciera sólo ocurrir de manera aún más dantesca en estas latitudes, generando una especie de imán de desventuras y mala suerte, que plasma nuestra imagen en un retrato enmarcado por el patetismo.

Los Rockers nos habla de ese afán por surgir del artista nacional, que muchas veces se ve interrumpido por la propia desidia, el mal manejo y la falta de profesionalismo. Su director, Matías Pinochet, es también el baterista de la banda, lo cual aporta a este filme una mirada objetiva y autocrítica sin dobleces, abordando de manera impecable las propias miserias y la crudeza del entorno.

Dos personajes antagónicos, ambos miembros de la agrupación de rockabilly 'Los Rockers', se debaten en un devenir de calamidades, pugnas ridículas y reencuentros, que se tornan cada vez más abruptos y confusos, con la llegada de una manager muy particular e inexperta. Así, la banda comienza un frenético viaje sin retorno emergiendo de la escena underground, rozando la fama a ratos, antes de caer en una trampa de alquitrán.

Ganador del premio al mejor documental nacional en IN-EDIT NESCAFÉ 2012, Los Rockers nos entrega en una hora y media, una comedia oscura, llena de verdades, que toca nuestro corazón y nos enrostra que Chile se ha convertido en una fábrica de sueños rotos.

Recomiendo este documental por sus altas dosis de morbo, humor, calidad del relato y por ser una radiografía de nuestra curiosa sociedad, expresada de manera aguda, brillante y lúcida.