Creemos que el protocolo de acuerdo por la Reforma Tributaria, alcanzado por el ministro de Hacienda y los integrantes de la Comisión de Hacienda del Senado, representa un avance significativo en cuanto al tratamiento de la vivienda, en comparación a lo planteado inicialmente en el proyecto de ley.

Como Cámara Chilena de la Construcción opinamos que estos cambios demuestran que, a través del diálogo entre los distintos actores sociales, se pueden perfeccionar las iniciativas de importancia país. En este sentido, valoramos la actitud de los parlamentarios y del gobierno de habernos recibido y escuchado nuestros planteamientos.

Desde el primer momento, hemos expresado como gremio nuestro pleno acuerdo con el fondo de la reforma tributaria: recaudar US$ 8.200 millones, para impulsar las reformas sociales que Chile demanda. Pero también manifestamos que era fundamental que este objetivo se alcanzara resguardando a la vivienda como un bien de movilidad social, ahorro e inversión para las familias chilenas.

En esta línea, como primera aproximación, valoramos que las autoridades hayan considerado dentro del protocolo de acuerdo reponer el tope de 225 UF para el crédito especial a la construcción en viviendas hasta 2.000 UF. También consideramos importante que todas las viviendas financiadas, total o parcialmente con subsidios habitacionales, queden exentas del IVA a la venta habitual, así como los resguardos para proteger la venta de la segunda vivienda y que se mantenga el actual impuesto de Timbres y Estampillas para viviendas DFL-2.

Todas estas correcciones mitigan eventuales alzas del precio de las viviendas y reducen las dificultades para acceder al crédito. Sin embargo, tenemos la convicción de que las viviendas en general, sin excepciones, debiesen estar exentas del pago IVA, dado su carácter de bien social.

Desde la CChC nos hemos enfocado en el tema de la vivienda durante la tramitación de la Reforma Tributaria, porque estamos convencidos de que se debe mantener una política pública que ha sido exitosa en promover el acceso a la vivienda, no dándole a ésta el mismo tratamiento que se le puede dar a cualquier bien de consumo.

Todavía estamos lejos de alcanzar índices en materia de satisfacción de necesidades de la población que alcancen para decir que Chile está bien encaminado hacia la superación de la pobreza, pero tampoco es justo desconocer que el país ha avanzado bastante en las últimas décadas.

Sin embargo, hay una materia que resulta muy dolorosa para el conjunto de la sociedad cuando aparece, ya que consciente o inconscientemente se tiende a dejarla a trasmano y bajo la responsabilidad de unas cuantas personas solidarias y algunos organismos, como el Hogar de Cristo, que se hacen cargo de la situación.

Es la realidad de las personas que viven en la calle por razones que cuesta generalizar y que son materia de estudio para diferentes organismos del Estado, pero que hasta el momento ha sido posible de remediar, algo que no ocurre solamente en nuestro país.

En Valdivia las últimas cifras oficiales corresponden a las conclusiones del catastro realizado por el ministerio de Desarrollo Social en el ya lejano 2011, cuando se estableció que en la ciudad 132 personas se encontraban en condiciones de ser encarpetadas como en condición de calle.

Durante muchos años, estos ciudadanos en problemas han encontrado paliativos en la acción de voluntarios que recorren las calles durante las noches para llevarles algún alimento, implementos para combatir el frío y una palabra de aliento.

Hay un elemento que tiende a aparecer cuando se analiza cada uno de los casos y es el tema del alcoholismo, que ha llevado a la mayoría de sus víctimas a alejarse de sus familias, a sacrificar el techo y a depender de otros tan desvalidos como ellos mismos para poder seguir en esa forma de vida.

Ante esta situación, que es real y que seguramente continuará presente si no se aplican políticas públicas que tiendan a conseguir que se deje la calle como alternativa, será ineludible que la actividad solidaria de entidades y sus voluntarios sigan en acción, por lo menos para hacer un poco más grata una vida demasiado dura.