Los atentados y hechos violentos ocurridos en Santiago, Viña del Mar y otras ciudades a comienzos de semana y luego en la conmemoración del 11 de septiembre, han sembrado un grado de inquietud en la comunidad nacional respecto de la seguridad pública y el control de los grupos que buscan causar daño y sembrar miedo. Las informaciones que vemos en los medios de comunicación y los comentarios en las redes sociales, dan cuenta de ello. Sin ir más lejos, la reacción que se tuvo ante el aviso de una falsa bomba en el centro de Valdivia, el miércoles recién pasado, evidencia claramente la misma preocupación.
Ese temor generalizado es, precisamente, el objetivo de quienes desarrollan este tipo de acciones. Ese es el terrorismo, que por supuesto requiere de una mano firme para que no prolifere, pero también de un esfuerzo comunitario por la unidad y por evitar todo tipo de sicosis o de sobre reacción, que empeore el escenario. La calma y la cooperación de todos los sectores son el único camino para no caer en el juego de la violencia y no permitir su avance.
En este contexto es muy positivo que desde los distintos sectores políticos exista acuerdo para mejorar la actual Ley Antiterrorista y también por reformular los sistemas de inteligencia, para analizar mejor las señales que da la realidad circundante y tomar las medidas de prevención que corresponda, para hacer que Chile se mantenga como el país seguro y pacífico que hemos construido entre todos.
A nivel regional también se han decidido medidas de seguridad y de coordinación entre policías y gobierno, para dar tranquilidad a la población, especialmente en los días de fiesta que se avecinan.
La idea es tomar todas las determinaciones necesarias, para que la marcha local siga su curso, con tranquilidad y paz, que son grandes capitales intangibles de Los Ríos.
De todas maneras, esto no impide que se actúe con cuidado y que se denuncie oportunamente todo hecho que parezca sospechoso, porque en este caso -como en muchos relacionados con la salvaguarda ciudadana- es mejor extremar las medidas protectoras y no dar pie a la excesiva confianza.