Hace exactamente diez años fueron publicadas las primeras noticias sobre la desaparición de cisnes de cuello negro en el Santuario de la Naturaleza. Ejemplares con evidente desnutrición y ausencia de crías en toda la extensión del humedal, alertaron a los expertos del Sag, Conaf y de la Universidad Austral de Chile, quienes entregaron la primera hipótesis sobre lo sucedido: algo había disminuido la cantidad de algas que servían de alimento a las aves y afectó tanto a los cisnes como a las taguas y a otros animales habitantes del santuario Carlos Anwandter.

Lo que vino con posterioridad a ese momento es historia conocida: polémicas, declaraciones políticas diversas, investigaciones científicas con diferentes resultados, acciones legales y resoluciones de la justicia. Todo, con el contexto de una reacción ciudadana inmediata, sostenida en el tiempo con firmeza y claridad, hasta establecer responsabilidades y lograr incluso cambiar la legislación ambiental del país para regular mejor el impacto de las empresas sobre las comunidades y el entorno.

Hoy, luego de ese camino, el escenario es diferente. La empresa Arauco acató el fallo de la justicia y ha trabajado para llevar adelante las medidas de reparación ordenadas por el tribunal. Entre ellas, la creación de un humedal centinela, para impedir que su acción vuelva a contaminar las aguas; y la apertura de un Centro de Investigación de Humedales, que permitirá realizar estudios permanentes y también educación ambiental. Ambas son inéditas en Chile y se suman al trabajo efectuado con las comunidades aledañas al Santuario para desarrollar proyectos que paliarán en alguna medida el daño sufrido.

A la luz de estos datos, el balance parece favorable.

Por supuesto que lo ideal habría sido que jamás ocurriera un problema de esta magnitud en nuestro territorio; sin embargo, las soluciones han permitido salir fortalecidos tanto en la región como en el país. De hecho hay consenso en que el llamado desastre del Río Cruces marco un antes y un después en la historia del cuidado del patrimonio natural chileno.

Por lo mismo, es importante no olvidar las lecciones aprendidas y evitar que algo así se repita.

Las universidades que declaran y llevan a la práctica principios auténticamente regionalistas, descentralizadores y a la vez realizan sistemáticamente acciones que promueven el desarrollo cultural, intelectual, artístico, científico, tecnológico y profesional de regiones, necesariamente enfrentan desafíos de gran envergadura. Las razones derivan no sólo del centralismo de nuestro país, sino también de la reducida densidad poblacional y empresarial en zonas aisladas. En este contexto, una apuesta de futuro de largo plazo de la UACh es su Campus Patagonia en Coyhaique. Con toda probabilidad, la Patagonia será uno de los reductos naturales más importantes del planeta dentro de algunas décadas. Es por ello que en este territorio resulta crucial realizar investigación fundamental y aplicada en diversas áreas, como acuicultura, oceanografía, producción agropecuaria, medioambiente, biodiversidad, turismo y energía.

A mediados de los años 90, la UACh creó el Centro Trapananda en la Región de Aysén, dedicado a la investigación aplicada en recursos naturales australes que sienta las bases de la situación institucional actual de la Universidad en esta región. Pasos decididos de los dos últimos gobiernos universitarios permiten ver hoy, no sólo nueva infraestructura en el Campus Patagonia, sino también la promoción de estrechos vínculos con el mundo privado, estatal y la sociedad de Aysén, a través de numerosos convenios vigentes. La investigación, en ámbitos diversos y en estrecha relación con los intereses productivos y ambientales regionales, sigue siendo un fiel acompañante de este proyecto.

Cabe preguntarse cómo la investigación y la innovación que ha desarrollado históricamente la UACh en esta región, puede proyectarse en esta nueva etapa con más actores, más desafíos y con las mismas oportunidades del pasado. A nuestro parecer La clave es el establecimiento de redes con otras sedes y campus, además de aquellas pertinentes con otras instituciones.

El actual gobierno de la UACh, a través de esta Dirección de Investigación y Desarrollo, reafirma su compromiso de formar alianzas con todos los actores relevantes en términos de impulsar la investigación fundamental y aplicada de la Patagonia. Definitivamente, ese es el desafío compartido que los residentes de la Región de Aysén esperan con grandes expectativas.