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Wittenberg, la ciudad de Lutero

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Quizás pocos conozcan esta pequeña ciudad alemana, ubicada a orillas del río Elba. Sin embargo, cada 31 de octubre nos volcamos hacia ella, puesto que fue la cuna de la reforma luterana, de la cual se gatillaron cambios en el ámbito religioso, político y económico.

A ella llegó el entonces fraile agustino Martín Lutero, durante el año 1508, llamado por el doctor Staupitz quien ejercía como vicario de la orden en Alemania. Una de las mayores preocupaciones de Lutero y lo que sin duda, de acuerdo a su propio testimonio, atormentaba su espíritu era lo referente a la salvación. Años de estudios y las palabras de Pablo 'El justo se salva por la Fe' (Rom 1.17) fueron para el maestro y según sus propias palabras, la base de su planteamiento religioso '(…) me sentí renacer. Las puertas se abrieron de par en par. Entraba en el paraíso. La escritura entera me revelaba otro rostro (…)'. Por ello, la venta de indulgencias y la concepción que, con dinero se podía eliminar todo tipo de pecado, generaron la reacción de Lutero, lo que se tradujo, entre otros documentos, en las 95 tesis, publicadas el 31 de octubre de 1517 y a partir de las cuales, se invitaba a discutir los asuntos de la Iglesia que, de acuerdo a su perspectiva iban contra los preceptos cristianos: Era una crítica, entre otras, a los vicios del clero.

La mecha se había encendido y los sucesos que se generaron a partir de ese momento fueron configurando una nueva Iglesia. Especial importancia merece la mención de la Dieta de Worms de 1521, instancia en la cual Lutero se presentó ante el emperador Carlos V a la fecha, también rey de España como nieto de los Reyes Católicos. En lugar de retractarse el reformador afirmó 'No puedo ni quiero retractarme'. El quiebre entre las dos posturas no tenía vuelta atrás firmándose, en 1555 la Paz de Augsburgo, a partir de la cual, el sector alemán del Imperio de Carlos V se dividió entre luteranos y católicos, otorgando a los príncipes la capacidad de elegir la confesión a practicar en sus estados y por ende, los súbditos estaban obligados a profesar la religión que éste eligiera: 'cuius regio, eius religio', (a cada reino su religión).

Hoy la pequeña ciudad se encuentra abocada a los preparativos para la celebración de los 500 años de la Reforma. Cada espacio de su sector histórico recuerda al mundo los sucesos que ahí encontraron su germen. Pero, uno en especial nos traslada en el tiempo: la pieza de Lutero ubicada al interior de la casa homónima. Un mesón, las bancas correspondientes y un calentador nos llevan a esas tertulias que Lutero sostenía con sus estudiantes.