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Normalización de la violencia

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En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, proponemos una reflexión sobre las características de las relaciones de pareja actuales, en las cuales se enmarca la prevención de la violencia contra la mujer.

En 1993, la Asamblea General de la ONU definió la "violencia contra la mujer" como: todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública privada.

Hay pautas de interacción cotidianas y sutiles que pueden iniciar el ciclo de la violencia en la pareja, que pueden comenzar en el pololeo y mantenerse en el tiempo, en una situación que muchas veces se normaliza y se deja de percibir con la intensidad que le corresponde. Ejemplos de violencia son las ofensas, burlas, restricciones de permisos y dinero, no proteger en situaciones de riesgo, exponer a la pareja en situaciones sociales. Y lo más preocupante es el incremento del maltrato en las relaciones adolescentes. Paula Serrano señala que "tal vez las nuevas generaciones han visto tanto fracaso a su alrededor o experimentado tantas decepciones para las que no estaban preparados, que se relacionan a la defensiva".

La violencia conyugal es una de las modalidades más frecuentes y relevantes de las categorías de violencia intrafamiliar. Esta incluye violencia física (cachetadas, golpes, empujones), violencia psicológica o emocional (insultos, gritos, descalificaciones, críticas permanentes, desvalorización, amenazas) y también una dimensión menos identificada: la violencia sexual, que es la imposición de actos de índole sexual en contra de la voluntad de la mujer. Las relaciones sexuales siempre deben ser consensuadas por todas las personas que participan, de lo contrario se incurre en abuso sexual.

Debemos preguntarnos qué significa una relación saludable, cuáles son los patrones de relación que nos van a ayudar a crecer y desarrollarnos. Las parejas son inevitablemente conflictivas, porque hay dos seres humanos tratando de exponer puntos de vista diversos en ámbitos que afectan a todos los que viven juntos, en particular a ellos, el hombre y mujer que forman la familia. Pero estas diferencias deben enmarcarse en un clima de respeto, aceptación y cuidado. La función de cuidado no restrictivo, los espacios de libertad, la confianza, son elementos que definen a las relaciones saludables.

La invitación es a mirarnos, revisar nuestras relaciones, re-mirar a nuestra pareja y construir un vínculo que nos permita crecer juntos y prevenir la violencia.

Carmen

Rojas Carvajal

Escuela Psicología Uach