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Educación: un derecho social

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Nuestra Presidenta Michelle Bachelet asumió un gran compromiso con los ciudadanos de nuestro país, visualizando juntos el sueño de una gran reforma que marque un hito en la historia de la Educación chilena.

La Educación no puede ser vista como un factor de ganancias monetarias, ni el estudiante como un mero consumidor. Una enseñanza de calidad es mucho más que eso; es fuente de dignidad personal, de desarrollo y estabilidad de las familias chilenas, de inclusión y paz en la comunidad, de credibilidad de las políticas públicas y en definitiva del respeto y valoración de los Derechos Humanos.

Educación gratuita y de calidad, ese el principio del nuevo Chile que se avecina, el cual emana de la construcción de un proceso de largo aliento que persigue una sociedad más justa y equitativa, donde la Educación deje de ser vista como un bien de consumo y se convierta en un derecho social, que sin distinción alguna, sea valorado para todos por igual.

Nuestra Mandataria fue enfática en indicar que lo gratis y malo, nadie lo quiere. El Gobierno ha sido claro, la gratuidad de la educación en todos los niveles será de calidad, garantizada y con estándares internacionales que respalden la razón ética que esta administración posee para impulsar tal reforma, porque queremos acabar con el endeudamiento de miles de familias y entregar la seguridad que nuestros niños y jóvenes se merecen.

Es hora de instalar una institucionalidad que garantice el acceso a la educación, ligada a una profesión docente moderna, dignificada y mejor remunerada; ejes de un movimiento social que conducirán al país a un Chile con más oportunidades y menos desigualdad. Queremos escuelas más integradas, con mayor cobertura en Educación Parvularia, con más infraestructura e implementos deportivos y artísticos; pero sobre todo, aspiramos a una Educación que asegure el progreso de todos los ciudadanos, sin importar su origen social.

Nuestra Reforma busca ciudadanos mejores formados, con integración y con una reforma que ponga fin al lucro y a la segregación, no por el bien de unos pocos, sino en función de un Chile pensado en conjunto, democráticamente y sin discriminación.

Los grandes cambios se construyen con diversas voces, con diálogo, con participación activa, y desde nuestros habitantes. Así se construye este nuevo Chile, con expresiones y tintes de la demanda ciudadana, de lo que algún día nuestro pueblo escribió en las calles, con voz fuerte y clara. Porque esta reforma educacional es de todos y todas, no podemos seguir esperando.