El valor de la leche nacional
El "mercado" local ha dado potentes señales a la baja en el precio de la leche pagado a productor, generando incertidumbre y desazón en nuestros asociados.
Como es sabido, no existe una metodología conocida y consensuada para determinar los precios de la leche y por lo tanto éstos se fijan de manera unilateral por parte de los poderes de compra. Esta situación es la que nos ha llevado a plantear nuestras aprensiones ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia y esperamos allí dirimir esta controversia histórica.
Sin embargo, a partir de esta coyuntura a la baja y de otros elementos presentes en el mercado, queremos expresar nuestra preocupación y advertir las posibles consecuencias que esta dinámica podría implicar para la cadena láctea (incluidos los consumidores).
Este año la producción se mantendrá en niveles similares a los de 2013, a pesar de haber tenido precios pagados a productor un 7% por sobre los del año anterior. Frente a un escenario de precios deprimidos, no resulta aventurado proyectar un escenario productivo más ajustado todavía en términos de oferta de materia prima para el 2015. Sin tomar en cuenta lo que podría incidir el factor climático, a través de un verano seco o un invierno extremadamente crudo.
Análisis aparte merece la exportación de hembras de lechería a China. Como ya lo comentamos en este espacio (17 de agosto), el tema genera sentimientos encontrados y se cruza la oportunidad individual de cada productor por hacer un buen negocio, con el interés del país por garantizar un adecuado abastecimiento de leche para una población que aún mantiene bajos niveles de consumo recomendado.
A pesar de la histeria de grupos fundamentalistas, no existe evidencia contundente que plantee alternativas razonables y económicamente viables a la oferta de proteínas, vitaminas y nutrientes en general, que sí proveen los lácteos. De lo contrario, los chinos no estarían comprando vacas y - en cambio - estarían sembrando soya para fabricar "leche" de soya o promoviendo otro tipo de sustitutos.
Sacar de nuestro sistema 7 mil hembras de lechería (por ahora), implicará no disponer de 40-45 millones de litros de leche en un año y medio más. ¿Importamos leche si falta? Pareciera la respuesta lógica, pero nadie habla del subsidio que aportamos los productores chilenos al consumidor nacional, ya que si no existiera producción local y dependiéramos del producto importado, pagaríamos casi un tercio más por el litro de leche en el supermercado. Ni hablar de los riesgos en términos de inocuidad que plantea la dependencia de importaciones en un rubro como el lácteo.
Edgardo Zwanzger