De San Nicolás a Santa Claus
Una tradición muy arraigada es la de San Nicolás, que se recuerda la noche del 5 al 6 de diciembre, día del fallecimiento del santo mencionado, cuyo origen guarda un significado que atañe al de la Navidad. Esto, porque en el siglo III dC., el futuro santo abandonó sus posesiones materiales e ingresó a un monasterio convirtiéndose con el tiempo en Obispo de la ciudad de Myra, actual Turquía. Según la tradición, el Obispo regaló una bolsa con monedas de oro a un desafortunado hombre para la dote de sus tres hijas. Según se relata, al lanzar las monedas por la chimenea, éstas cayeron sobre unas calcetas que las jóvenes habían puesto a secar. Evidentemente, existen diversas versiones. El hecho, es que la devoción por San Nicolás, aparentemente, llegó a occidente en el siglo X, bajo el reinado de Otón II, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, producto de su matrimonio con la princesa bizantina Theofania. Poco a poco, antiguos personajes vinculados con la entrega de regalos fueron sustituidos por San Nicolás, quien tal como Odín, cabalgaba en el cielo, sobre un caballo blanco, acompañado por su paje Ruperto.
Tras la Reforma Luterana, la entrega de los regalos se trasladó al día 25 de diciembre, manteniéndose la celebración de San Nicolás vinculada con antiguas prácticas como la de poner un zapato en la Iglesia, para recibir una limosna. Lo que se recaudaba era redistribuido entre los hogares más humildes el día 6 de diciembre. Por ello, lo niños dejan sus zapatos esperando el regalo de Nicolás, el cual consiste en chocolates o frutos secos siempre y cuando, en su libro dorado aparezcan las buenas acciones del año. En caso contrario, Ruperto se encarga de castigar a aquellos cuyo comportamiento no haya sido el adecuado.
Además de vinculársele a la entrega de chocolates, es también el protector de quienes enfrentan peligros como por ejemplo, los marineros y es representado tanto por la iconografía ortodoxa como occidental con los hábitos propios de su cargo episcopal, a los cuales se les han agregado con el tiempo algunos símbolos como tres bolsas de oro, las que en algunas ocasiones son reemplazadas por manzanas.
Con todo, supuestamente, migrantes holandeses, en Estados Unidos, transformaron a San Nicolás en Santa Klaus, y el enjuto Obispo se transformó en el rozagante hacedor de juguetes, quien desde el Polo Norte se traslada en el trineo guiado por los nueve renos: Rudolph, Dasher, Dancer, Prancer, Vixen, Comet, Cupid, Donner y Blitzen, de quienes nos encargaremos en otra oportunidad.
Lorena Liewald