Las lenguas creadas por Tolkien
Entre lingüista y filólogo J.R.R. Tolkien (1892-1973) desde su formación en estudios del lenguaje, destacó como profesor en la Universidad de Leeds y en la Universidad de Oxford. Esta experiencia académica le dio la virtud para crear lenguas para El Hobbit y El Señor de los Anillos que trata de la lucha entre el bien el mal por dominar la tierra. Creó la lengua hablada de los Elfos o el Elfico, lengua para nombrarse y nombrar lo que les rodea; no se sabe mucho de la gramática, sí de la fonética. Los Elfos eran guerreros con amor por la belleza y la comunicación entre los seres vivos, y, nostalgia por el tiempo pasado; las palabras élficas son la lengua del corazón. Dos de estas lenguas, el Quenya y el Sindarin se basaron en el Finlandés y Galés que el mismo Tolkien estudió por años. La lengua de los Orkos, por el contrario, es inexpresiva, negra, transmite odio, miedo, desconfianza y desprecio; suena malvada en su pronunciación y pestilente al oído.
Los filólogos son lingüistas comprometidos con el lenguaje y el significado de las palabras, pero su rol ha cambiado con el tiempo. La Asociación Americana de Filología (1869) fundada por profesores, amigos y mecenas es la principal sociedad científica en los EE.UU. para el estudio del griego antiguo, lenguas romances, literatura y civilizaciones; la mayor parte de sus miembros son profesores de lenguas clásicas. Como la tradición durante los siglos XVIII y XIX se centró en el griego y el latín, hoy confundimos filología con lingüística. La idea de filología cambia - también - dependiendo del lugar o país preocupados por estudiar el lenguaje humano; en Inglaterra es sinónimo de lingüística histórica, mientras que en los EE.UU. se refiere al estudio de los 'clásicos', las gramáticas en su historia y tradición literaria. Para un filólogo, no un lingüista, el estudio del lenguaje y la literatura se cruzan lo que da como resultado que al primero, puede interesarle la literatura de la Edad Media (medievalista), pero para ello debe estudiar el español de ese tiempo. Así Tolkien, en la producción de su obra, creó un mundo que da cabida a lenguas con gustos estéticos, para expresar lo sublime que nuestra interioridad espiritual y racional requiere. Si miramos, posiblemente las lenguas modernas no ofrecen los recursos verbales que posibilitan una comunicación eficaz y nunca es tarde para recuperar el poder espiritual y racional de nuestras palabras.
Omer Silva Villena