Chlamydia y su vínculo con la infertilidad
Chlamydia trachomatis es una de las infecciones de transmisión sexual (ITS) más frecuentes y poco conocemos de ella. Anualmente, la OMS reporta 101.5 millones de casos nuevos y en Estados Unidos se generan tres millones de nuevas personas infectadas con un costo de U$2.4 billones, situándola en segundo lugar después del VIH/SIDA. Sin embargo, los diagnósticos abarcan sólo una fracción de las personas infectadas, ya que cerca de 50% de los varones y 80 a 90 % de las mujeres cursan con una infección asintomática, lo que dificulta su detección y tratamiento pudiendo persistir por meses o años, ya que esta bacteria evade los mecanismos defensivos de las personas, por lo que pueden reaccionar en forma tardía a la infección.
La mayor parte de las complicaciones que origina esta bacteria se presentan en la reproducción, de ahí que es el principal agente asociado a infertilidad. En la mujer se genera daño irreversible en los tejidos, principalmente una inflamación extendida a toda la pelvis y riesgo de embarazos en las trompas de Falopio. En el varón se origina una inflamación crónica de la uretra y de los conductos espermáticos, además de una alteración del semen.
Por otra parte, esta ITS complica el curso de la gestación y el período del nacimiento: parto prematuro, ruptura prematura de las membranas, conjuntivitis en el período de recién nacido/a y neumonía en las criaturas menores de seis meses de vida. En los hombres que tienen sexo con hombres se puede producir un cuadro inflamatorio del recto denominado proctitis, cuadro que ha incrementado en los últimos años. En personas de ambos sexos se asocia a artritis reactiva no reumatoide.
Las frecuencias de esta ITS dependen de los patrones de comportamiento sexual. El riesgo aumenta en el tramo de 15 a 19 años, cuando no se usa el preservativo, cuando hay varias parejas sexuales y en caso de consumo de drogas. Investigaciones realizadas en nuestra población muestran que ya 2% de jóvenes que tienen cumplidos los quince años están infectados y que el consumo de drogas es un factor de riesgo en los/las adolescentes.
La infección por C. trachomatis es de curso silencioso y de manejo costoso, por lo que generalmente en regiones donde no se dispone de un servicio de diagnóstico rutinario, como en nuestro medio, podemos sospechar de su frecuencia por las tasas de embarazo tubario e índices de infertilidad. De ahí que resulta un gran desafío, más ahora con las bajas tasas de natalidad que presentamos, incorporar el diagnóstico de esta bacteria en poblaciones vulnerables, así como fortalecer los programas de educación sexual, estrategias que han sido efectivas en países desarrollados.
Erica Castro Inostroza