El 7 de diciembre el colombiano Beto Pérez -creador de la disciplina fitness de moda zumba- estuvo en Chile. En la elipse del Parque O'Higgins, en Santiago, reunió a más de 10 mil personas para participar en la clase de zumba más grande que se ha hecho hasta ahora en el país: la Zumba Fest.
Durante seis horas y media las rutinas de Beto -una combinación de pasos de baile, ritmos latinos y ejercicios aeróbicos- fueron seguidas casi con devoción por la multitud.
La instructora valdiviana Daniela Loyola también estuvo ahí. Su rol era animar a esas 10 mil personas en movimiento. Luego de participar en un casting y de superar a miles de postulantes nacionales, e incluso a extranjeros, se convirtió en uno de los 16 profesores que formaron el staff de Beto en Chile. "La clase estuvo increíble. Bailar para todas esas personas es una experiencia que no se olvida rápido. La adrenalina era enorme. Escuchar a la gente gritar y verla moverse con energía, toda al mismo tiempo, fue emocionante. Era un mar de gente", relató.
Llegar al Zumba Fest y a tener su propio gimnasio -llamado Elite y ubicado en Isla Teja- fue un camino largo para Daniela Loyola, quien tiene 23 años, gran parte de ellos dedicados a otra disciplina: el ballet clásico.
bailarina clásica
Cuando Daniela Loyola tenía nueve años comenzó a estudiar ballet clásico en la Escuela de Ballet Municipal de Valdivia. "Cuando era niña era muy tranquila y me gustaba la música. Veía ballet en la televisión y me encantaba. Mi mamá pensó que era un gusto que tenía que explotar. Me llevó al ballet y no paré nunca, jamás", dijo
Aún recuerda su primera presentación. Fue el ballet Coppelia. Ella interpretaba a una muñeca de porcelana. "Durante todo ese ballet me moví unas cuatro veces. Las protagonistas me tocaban y yo me comenzaba a mover. Recuerdo el maquillaje, el vestuario, todo", destacó.
Años después se graduó como bailarina. También recuerda su baile para obtener el grado. "Era el prólogo de la Bella Durmiente. Hicimos el bautizo de la princesa Aurora. Yo hice de Hada Lila, la última hada que le da la posibilidad de seguir viviendo a la Bella Durmiente. Estaba toda mi familia, ellos siempre me han ido a ver cuando bailo. Es un panorama. Con los años he seguido bailando con el Ballet de Cámara como invitada. Lo último que hice con ellos fue El Lago de los Cisnes", contó.
En 2008 -luego de graduarse de la Escuela de Danza y de terminar sus estudios en el Colegio María Auxiliadora- viajó a Francia para realizar un intercambio cultural en la ciudad de Tain-l'Hermitage, cerca de Lyon.
Durante un año tomó clases de danza en la Ecole de Danse Marie Pierre Juventin. "Yo no sabía hablar francés, aprendí con el tiempo. Al principio no entendía nada durante todo el día, hasta que fui a la escuela de danza. El idioma del ballet es el francés, los nombres de los pasos son en francés. No entendía las explicaciones, pero los pasos sí. Eso me hacía sentir bien. Aprendí tanto en Francia. Ahí me convertí en la mejor bailarina que pude llegar a ser. Trabajé muy a conciencia", relató.
la hora de zumba
Al regresar a Chile, comenzó a estudiar Ingeniería Civil Industrial en la Universidad San Sebastián, carrera de la que se titula en enero de este año. También conoció zumba y creó su propio emprendimiento.
-¿Por qué no seguiste estudiando danza en la universidad?
-Para mi familia era importante que tuviera otras herramientas para enfrentar la vida. Cuando tenía 12 años me dieron una beca para irme al Teatro Municipal de Santiago. No me fui porque significaba que mi familia se tenía que trasladar. Además, era elegir mi carrera, lo que iba a hacer el resto de mi vida, a los 12 años. Quedé destruida porque yo quería ser bailarina. Pero todo pasa por algo. Podía haber estudiado Pedagogía en Educación Física en Valdivia, pero soy pésima en los deportes. Así que no. En el colegio me iba bien en matemáticas, así que opté por una ingeniería, aunque no quería un horario de oficina. Eso me estresa. Así que decidí estudiar Ingeniería Civil Industrial porque es una carrera multidisciplinaria. No fue un camino fácil, pero gracias a mi misma carrera pude hacer mi propio negocio: el gimnasio Elite.
-¿Entonces en qué momento llegó zumba a tu vida?
-Cuando yo había comenzado la universidad, Mario Rosas -que fue el primer instructor de Zumba en Valdivia- me invitó a sus clases.Esto pasó en 2010, cuando no era conocido. Me gustaba zumba, pero no era mi onda. Para mí el baile no era nada más que el ballet clásico y nunca tomé clases de ritmos latinos. Cuando eres bailarín de ballet te encasillas mucho y ese es un error. Recuerdo que iba con mis mallas de ballet a hacer zumba, me faltaba el puro tutú. Ese mismo año se hizo una certificación de instructores en Chile. Al principio me negué, pero mi papá me convenció. Ese mismo año me fui a trabajar a México D. F,, donde zumba estaba más avanzado. En dos meses me llené de experiencia y volví a Chile. Trabajé en un par de gimnasios, aunque en algunas partes me decían que esto solo era una moda. Después, con harto esfuerzo y postulando a proyectos Sercotec, pude tener mi gimnasio.
-¿Por qué crees que las clases de zumba se han masificado?
- Zumba es una actividad fácil de seguir, que mezcla la música actual y del recuerdo con el baile. ¿Por qué a la gente le gusta tanto salir a bailar? Porque la ayuda a desestresarse, pasarlo bien y disfrutar. Lo divertido de zumba es que se trata de un entrenamiento -la gente baja mucho de peso y tonifica- pero a través de una actividad bastante lúdica. Es una mezcla ideal que hace que quienes lo practican sientan adicción por estas clases.
-¿Es importante en zumba lograr la perfección de los movimientos?
-Todo el mundo baila como lo siente. Tenemos a un instructor que dirige las coreografías y guía la clase, pero la gracia es cantar, reír y bailar sin tener que pensar que la pierna tiene que estar perfecta, de este modo u este otro. Claro que uno va mejorando la técnica, pero esto no está dirigido a que todo el mundo se convierta en un bailarín después de la clase. La finalidad es otra: dejar el ejercicio y unirse a la fiesta. Es un panorama social.
-Este año zumba estuvo muy presente. Se hicieron zumbatones para ayudar a la Teletón, también encuentros organizados por el gobierno y las municipalidades ¿Qué te parece eso?
-Creo que zumba es un fenómeno que ha puesto en movimiento a un país sedentario. Chile es uno de los países con mayores índices de sedentarismo y sobrepeso en Latinoamérica y hay cifras alarmantes. Sobre todo en las mujeres. Con zumba se entregó la posibilidad de asistir a una clase que gusta mucho. La gente se comenzó a hacer fan porque se dio cuenta de que le hacía bien. Uno va a cualquier zona de Chile y hay zumba por todas partes. Yo creo que instituciones como el IND se dieron cuenta de lo masivo que es. Si lo publicitas bien, pueden llegar más de mil personas.
-¿Eso también ocurrió en otros países ?
-El fenómeno es mundial. Es muy impresionante ver a un chino cantando y moviéndose con música de Celia Cruz. En Indonesia y Japón también están bailando ritos latinos. El impacto ha sido increíble y la gente paga lo que sea por tomar una clase de zumba.
-Entonces les ha ido bien con el gimnasio.
-Nos ha ido bastante bien. Además de Zumba Fitness tenemos otras especialidades, como zumba Kids para niños; zumba Gold para adutos mayores; zumba Toning, que es con implementos y zumba Step. Me certifiqué en esa especialidad en la Convención de Zumba que se hizo en Orlando, en Estados Unidos.
-¿Piensas trabajar en tu profesión como ingeniero?
-Es que ahora estoy trabajando en lo que estudié, pero con mi propio emprendimiento, lo que me da más oportunidades de desarrollarme en lo que yo quiero. No me imagino cumpliendo horarios o marcando tarjeta.
-¿Qué esperas para el futuro?
-Me gusta emprender, soy emprendedora. Me gusta comenzar empresas desde cero y ver cómo crecen. Esa será mi meta. Me encantaría hacer una cadena de Elite. Yo pienso en grande y por qué no hacerlo a nivel mundial. Me gustaría emigrar, irme a un país lejano.