Otra mirada a la ingeniería comercial
Durante estas fechas, ocurren simultáneamente dos hechos que propongo analizar de manera conjunta: por un lado, nuestros buenos deseos de prosperidad y bienestar para el nuevo año; y por, la elección que muchos jóvenes y adultos hacen en relación a estudios superiores y de perfeccionamiento profesional en los que se embarcarán en el año escolar 2015. Relacionar estos dos hechos se basa en que la educación formal es un vehículo eficaz para perseguir y ser capaz de ir concretando el futuro deseado. El ejercicio de la vocación profesional supone dotarse de competencias para afrontar las propias aspiraciones, con un sentido sano de contribución a la sociedad.
Como Ingeniero Comercial que soy, quiero aprovechar este espacio para desmitificar la figura del ingeniero comercial transformado en un ejecutivo agresivo, orientado sólo a generar utilidades, a costa de convencer a los consumidores de que necesitan comprar algo.
El área de economía y negocios, no sirve sólo para invertir de manera oportunista, con el fin de satisfacer los intereses de unos pocos; sino que además, y ahora mucho más frecuentemente, entrega herramientas de gestión para lograr la sostenibilidad y la competitividad financiera en iniciativas orientadas a generar valor social. El valor privado, propio de ser objetivo de empresas tradicionales, es desplazado por el valor compartido, signo de modernidad y de nueva tendencia en los negocios.
El valor compartido concibe la competitividad de una empresa y el bienestar de la comunidad como mutuamente dependientes. En este sentido, como diría Sebastián Gatica, lo público no es sinónimo de estatal. La iniciativa privada y su gestión son motor de desarrollo social. Animo por tanto a aquellos con inquietudes de renovación social, tales como afrontar la desigualdad y la pobreza, y como lograr un Chile más justo en educación, salud, pensiones, y otros; que consideren los estudios en economía, negocios y emprendimiento como un camino a tomar. Las grandes demandas sociales de Chile, la calidad de vida y la prosperidad, requieren de un empresariado fuerte y comprometido, de la buena gerencia, de la inversión y del riesgo, y de una sociedad que puede reconocer el aporte de éstos.
Elena Velasco Directora Escuela Ingeniería Comercial, UST Valdivia