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De Armstrong a Beethoven: la obras con que termina el XXI Campamento Musical

repertorio. En dos conciertos en Niebla y Valdivia sonará jazz, música docta, rock y música latinoamericana. Seis son los directores responsables.
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dnavarrete@australvaldivia.cl

Aunque hay 130 años de distancia entre el nacimiento de uno y otro, Ludwig van Beethoven y Louis Armstrong están entre los autores seleccionados para los conciertos de cierre del XXI Campamento Musical Marqués de Mancera. Y también son los principales contrapuntos de las presentaciones en vivo para Niebla (hoy) y Valdivia (mañana) en las que serán demostrados los avances conseguidos por los jóvenes intérpretes luego de una semana de clases.

"Los repertorios siempre son escogidos pensando en las capacidades con las que llegan los niños y jóvenes al campamento. Siempre hay expectativas en relación a eso y lo que se busca es que toquen obras que abordan en los conservatorios o en sus orquestas y que además los obliguen a seguir avanzando (...) Los integrantes de la orquesta juvenil están entrando a una etapa media en la exigencia de rendimiento, por eso deben ser capaces de abordar obras con cierto grado de complejidad", dice Pablo Matamala. El director del Campamento Musical también es uno de los seis profesionales que pondrán a prueba a sus dirigidos. Escogió la obra "Pequeña serenata" de Lars Erik-Larsson.

El grupo lo completan Dayana Olmos y Nicolás Matamala (responsables de la Orquesta Infantil con temas como "The final countdown" de Europe y "Aconcagua" de Los Jaivas); además de Abel Mansilla, Vicente Toskana y Dorian Lamotte que dirigirán a los jóvenes.

la valla

Gabriel López es de Chillán. Toca violoncello. Decidió venir por primera vez al Campamento y se encontró con un problema: "Coriolan Overture, Op. 62". Beethoven la escribió en 1807 y es la obra que eligió Vicente Toskana.

"Tiene partes en que el cello es muy importante. Para que funcione, tiene que estar muy afinado y con las notas súper claras para que se puedan guiar el resto de la orquesta", dice. Gabriel Morgues en cambio llega con la ventaja de haber enfrentado a Beethoven antes, con una orquesta en Puerto Montt, aunque igual reconoce sus dificultades. El violinista de Quellón, dice: "Los matices y los quiebres abruptos son lo más complicado. La toqué siendo violín segundo y ahora lo hago como violín primero, lo que significa por ejemplo tener un trabajo diferente de afinación".

Para el director Vicente Toskana, la elección de la obra se basa fundamentalmente en el ritmo y la utilidad. "Me sirve para trabajar por grupos. Beethoven es un compositor netamente rítmico y eso es lo que a veces le complica a las cuerdas. También hace lo mismo con los vientos, con la sección de maderas haciéndolas sonar como un gran tutti. Esta obra tiene una fuerza superior. Es muy dramática y emocional, lo que también requiere de mayor concentración por parte de los músicos".

nuevos protagonistas

A diferencia del año pasado, Abel Mansilla optó por cambiar su aporte para las presentaciones finales dejando a un lado la música selecta. Esta vez, el director pone jazz en los atriles con "It don't mean a thing (if it ain't got that swing)" de Miles Davis y un medley con seis temas de Louis Armstrong. "Siempre tuve con mayor protagonismo a las cuerdas, al escoger música docta. Este año, apostamos por el jazz tradicional y la mayor importancia de los bronces y las maderas(...) quise innovar, pero haciendo las cosas bien ya que no se trata de que al ser un repertorio popular deba ser tocado sin exigirse. Por ejemplo, uno de los problemas es ensamblar los solos de trompeta, clarinete y trombón, que en este caso deben ser precisos".

Con su elección, Mansilla también pretende reforzar la idea de que el jazz también encaja en un evento de capacitación como éste, que partió el 5 de enero en Niebla y que también tuvo como atractivo conciertos del saxofonista local Guido Ruiz.

sensaciones

En vivo también sonará "Una noche sobre el monte calvo" de Modest Mussorgsky. Es la obra elegida por el violinista francés Dorian Lamotte. "Es una obra gigante, con muchas imágenes que se entienden fácilmente lo que creo es algo bueno para los integrantes de la orquesta. Pueden seguir la historia.

Mi trabajo acá es sentir como pasa la música de una parte a otra y que los intérpretes sientan eso con fluidez, lo que a veces se dificulta con la presencia de un director ya que en vez de sentir, se ponen a seguir las instrucciones, dice. Por ello, la puesta en escena será con 60 músicos y sin director. Lamotte, complementa: "Hay que hacer un esfuerzo mental, más que físico. La mayor parte de los músicos piensan que lo más complicado es tocar el violín con los dedos, pero la verdad lo más complicado es tocarlo con el cerebro".