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Con música junto al río fue el final del XXI Campamento

concierto. Niños y jóvenes mostraron los avances conseguidos en once días de clases en Niebla. Pese al balance positivo, los organizadores dicen que hay una meta que aún no se cumple: mejorar la infraestructura.

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Los jardines de la Casa Prochelle Dos, a un costado del río Calle Calle, fueron ayer el escenario escogido para el cierre del XXI Campamento Musical Marqués de Mancera. Tras la presentación del miércoles por la noche en el gimnasio municipal de Niebla, los niños y músicos tocaron ahora para el público local los repertorios preparados durante once días de clases en las salas de la Escuela Juan Bosch.

El Campamento es organizado por el Conservatorio de Música Uach y financiado con aportes del Fondo Nacional de Desarrollo Regional y la Municipalidad de Valdivia. Comenzó en la Isla de Mancera en la década de 1990 y se trasladó a Niebla por falta de espacios y mejores condiciones para trabajar.

la gran deuda

En el concierto de cierre seis directores pusieron en escena obras de música popular y selecta. Las orquestas tocaron bajo la responsabilidad de Vicente Toskana, Abel Mansilla, Nicolás y Pablo Matamala, Dayana Olmos y Dorian Lamotte. Además de Cristian Muñoz, director del Ensamble de Vientos.

El trompetista está vinculado musicalmente a Valdivia desde el año 1999. Y pese a los avances musicales logrados en la ciudad, dice que no existe una correlación entre las metas artísticas que se siguen cumpliendo y la infraestructura disponible para trabajar. Muñoz, explica: "Acá hay muy buenos semilleros de músicos, pero no existen los lugares adecuados donde ensayar. Por ejemplo, la Orquesta Filarmónica se merece un espacio propio y no tener que pedir uno, cada vez que arma sus conciertos". Y agrega: "Lo mismo pasa con el Campamento, trabajamos en salas que son para clases regulares en un colegio, no para hacer música. Y menos en un gimnasio que tampoco tiene buenas condiciones. Esta actividad es motivada por un sentimiento muy romántico de haber partido en una isla, pero ahora creo que se debe seguir avanzando mejorar la infraestructura".

Pablo Matamala, director del Campamento y del Conservatorio de Música Uach, valora el aporte artístico de tener en la capital de Los Ríos a más de 200 niños y jóvenes. E igual cree que al cumplirse 21 años de jornadas formativas, es necesario cumplir la meta pendiente de tener un escenario mejorado. "Trabajamos en lo que hay disponible, pero que no específicamente es lo más adecuado. Es necesario construir algo, tener un edificio pensado exclusivamente para el arte y la música, lo que no solo permitiría mejorar el Campamento en enero, sino que también durante el resto del año al darnos la posibilidad de hacer clases con el apoyo de diversas instituciones, como por ejemplo la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile. La idea es generar un trabajo conjunto entre la Universidad Austral de Chile, el Gobierno Regional y la Municipalidad de Valdivia, en un proyecto que bien parece ambiciosos, pero que es un beneficio par la zona sur y el país".

BUEN BALANCE

Para los músicos y apoderados, también es necesario mejorar algunos aspectos del Campamento. Sin embargo, al igual que los directores, rescatan el balance humano de la experiencia.Maritza Carrillo, es una de las apoderadas que integra el equipo organizador desde la primera versión. Su hijo, Felipe Alvarado, se inició como violinista, y lo vio crecer como profesional que actualmente contribuye a la formación de nuevos talentos. "A la mayoría los hemos seguido desde la niñez en este sueño de hacer música. Siempre, cada Campamento es un desafío diferente, pero con una misma satisfacción que es que la actividad se ha consolidado y se mantiene en el tiempo". Por su labor en el equipo, Maritza Carrillo también se ha transformado en una especie de consultora. Vivenció la precariedad de los primeros años de clases en la isla y el progreso hacia las dos décadas de la actividad. "Hay felicidad por varias cosas. Porque los niños se han transformado en grandes intérpretes y también, porque con el paso de los años uno asume una actitud paternalista, de apoyo emocional".

Para el violista Daniel Pastén, uno de los seleccionados para mejorar sus conocimientos junto a los profesores Vicente Toskana y Carlos Boltes, también fue una buena jornada. Llegó desde Calama. Y antes de conocer Valdivia lo más al sur que había visto era Angol. "Este fue un viaje para descubrir el sur de Chile, la experiencia en general fue bastante buena. Los profesores están comprometidos con esto. Se toman el tiempo para explicarte bien las cosas(...) no creo tener un buen nivel, pero vine a participar y conocer también a músicos con más conocimientos y práctica que con los que toco en mi orquesta".