Gran parte de su niñez y adolescencia María Ema Hermosilla -actual jefa de la Unidad de Gestión Ambiental de la Universidad Austral de Chile- vivió en el campo, en la provincia de Arauco. Ahí el paisaje que la rodeaba estaba dominado por plantaciones de pino y eucaliptos. Por eso cuando llegó a Valdivia para estudiar enfermería y conoció la Selva Valdiviana, todos sus planes cambiaron. Terminó titulándose como ingeniera forestal.
Al finalizar su carrera formó el Vivero La Huella, en Cabo Blanco. Se dedicó a reproducir plantas y a rescatar especies nativas con problemas de conservación. Sin embargo, en el año 2003 decidió asumir un nuevo desafío y comenzó a trabajar en lo que primero se llamó Proyecto Ambiental Corporativo de la Universidad Austral y que desde 2010 es la Unidad de Gestión Ambiental. Esta unidad se dedica a temas relacionados con reciclaje, tratamiento de residuos y formación de una conciencia sustentable en la comunidad.
estilo de vida
Para ella, el desarrollo sustentable más que un tema, es también un estilo de vida. Recuerda que cuando su hija Loreto era niña prefería que jugara en la tierra, con los caracoles y que le ayudara en el vivero. "Hasta el día de hoy Loreto me reclama que cuando era niña no tomaba bebida. Yo siempre le pregunto ¿qué niño necesita la bebida?", bromea.
A través de la docencia y de su trabajo en la universidad persigue generar una masa crítica que privilegie la visión del bien común y del espacio público. "A veces cuido más el espacio público que el privado. Yo me preocupo más del antejardín de mi casa que del patio trasero. Cuando mi antejardín está sucio estoy impactando la calidad de vida y el agrado que sienten los vecinos al llegar a su casa. Hay que pensar que la ciudad se hace más amigable en la medida en que cada uno entiende que los espacios en los que convivimos son importantes. Eso no solo tiene que ver con la basura, también con el ruido, con cómo estacionamos los autos", explica.
Para María Ema Hermosilla es extraño pensar en que "trabajas en la basura", pero asegura que es extremadamente importante si se piensa en el impacto."Cuando hay mal manejo de residuos y cuando produces como sociedad tanta contaminación e impacto, estás siendo responsable de la mala calidad de vida de muchas personas. La gente de menores recursos va a ser siempre la más perjudicada".
-¿Por qué los sectores más vulnerables son los afectados?
- Hay estigmatización. En las poblaciones con viviendas de menor tamaño hay problemas de hacinamiento. Hay poca infraestructura y dificultades para eliminar los residuos. Pero además hemos observado que la gente de clase media cuando tienen problemas, cuando tienen que botar un colchón viejo o quiere sacar a los perros vagos de su entorno , los van a dejar a las poblaciones más vulnerables. Se estigmatiza que la gente pobre es sucia, pero no necesariamente. Muchos hacen esfuerzos por limpiar su medio. La dificultad es que también hay gente con mayores recursos muy irresponsables socialmente. Si alguien va en camioneta a deshacerse de una camada de perros a una población cercana, es culpable del problema ambiental de esa población aunque no viva ahí.
-Muchas veces esos problemas se naturalizan.
- Esto se proyecta. Si yo crío a un niño en un espacio pequeño, sucio, saturado y donde hay delincuencia la gente que vive ahí termina pensando que es lo normal. La plaza se convierte en un basural y los niños terminan jugando entre eso. Pero el objetivo es mostrar que hay maneras distintas de hacerlo y todos somos responsables de esos cambios.
-¿Cuáles son las principales acciones que realizan como unidad ambiental para colaborar con las soluciones?
- Nosotros estamos muy enfocados en la educación ambiental para el desarrollo sustentable. Lo de ahora es una mirada mucho más amplia, porque antes la educación ambiental era enseñarle a los niños a conectarse con el medio natural, a sentir respeto por las especies y a entender la problemática de la biodiversidad. Detrás del concepto 'sustentabilidad' hay muchos temas valóricos asociados: el respeto por las personas, por las otras formas de vida que existen, tender a que nuestra sociedad se desarrolle de manera justa. No se puede llevar a cabo un desarrollo equitativo cuando tienes tanta diferencia en todos los aspectos, como el acceso a la educación, a la salud y a la calidad de la vivienda, por ejemplo. No es solo recoger basura.
-¿A través de qué acciones concretas lo hacen?
-Educando desde otra perspectiva. Empezamos por nuestra propia comunidad universitaria, lo que no es menor. A través de cursos, charlas, salidas a terreno. Ya no solo tenemos que decirle a los estudiantes que se preocupen de que su basura no contamine. Ahora lo hacemos enseñando a ser consumidores responsables y además mostrando dónde están los contenedores, dónde se puede reciclar y cómo se hace. Fuimos pioneros en Chile porque en 2003 ya teníamos un campus con red de reciclaje. Hemos seguido en esa línea. A nivel de las universidades nacionales hemos sido muy reconocidos. También estamos trabajando con colegios. Eso no es aún muy masivo. Tenemos un convenio permanente con el Aliwen, con el Instituto Alemán e iniciamos las primeras conversaciones con el Windsor y estamos avanzando en eso. También trabajamos con el Colegio Deportivo en la población Inés de Suárez. Ahí trabajamos un mural con tapitas que quedó precioso, ese proyecto fue con el municipio y el Mop. También hemos hecho charlas.
-En el tema del reciclaje ¿Cómo se aseguran de que los deshechos de la universidad realmente tengan ese destino?
- Cuando partió el programa de reciclaje en la universidad hubo iniciativas ciudadanas que fracasaron. Por mucho tiempo estuvimos con un problema que era ¿a quién le entregábamos? Nosotros empezamos a guardar y acumular. Afortunadamente teníamos espacio en la unidad de manejo de residuos. Decidimos solo entregar a empresas con sus sistemas legalizados, autorizados y que nos paguen por lo que les entregamos. De esta manera esas empresas ser harían responsables. De la universidad no se mueve un kilo de basura que no vaya con una guía de despacho y no vuelva con un timbre del vertedero. Para el reciclaje tenemos cuatro líneas, los vidrios son entregados a Cristalerías Toro; los papeles y cartones van a la empresa Repac de avenida Collico; los aluminios y metales se reciclan a través de empresas locales, igual que los plásticos, los que nosotros convertimos en fardos. Las pilas se las entregamos a la municipalidad, ya que se trata de un residuo peligroso.
-¿Cómo la comunidad puede reciclar?¿Qué aconsejaría?
-Mientras no existan en la ciudad más puntos de reciclaje es difícil el tema. Ahora están las campanas de Cristalerías Toro que están en Santa Inés o que se han instalados en diferentes lugares es bien seguro. Hay en calle Esmeralda, en el Parque Urbano El Bosque, en los parques municipales. Sobre los plásticos, lo único que funciona bien en Valdivia lo que es plásticos de botella de bebida. El resto de los plásticos por ahora es solo basura.
-¿Entonces cómo se puede avanzar en este tema?
-El gran mensaje que hay que dar es que hay que cambiar nuestros hábitos como consumidores. Tenemos que incorporar el concepto de consumo responsable. Si en la ciudad no existen suficientes puntos de reciclaje es necesario que disminuya la cantidad de basura que se está generando. Por ejemplo, disminuir el plástico que te llevas a la casa en bolsitas prefiriendo las de género. Tratar de comprar verduras en la verdulería, donde viene a granel y no comprar una lechuga que trae una bandeja de plumavit con un envase de alusa. También privilegiemos la industria local, cercana, que necesita menos transporte. No es lo mismo consumir una pizza hecha en Chile que en otra hecha en Estados Unidos, la huella de carbono de la última es enorme. El consumidor responsable se preocupa de esto y de generar menos residuos.