El Simposio Internacional de Escultura es, junto con el concurso 'Valdivia y su Río', una de las actividades artísticas más importantes del verano en la región y un atractivo turístico adicional para la capital en época de temporada alta.
Creado hace veinte años, reúne en el Parque Saval a participantes de diferentes países y permite que el público vea cómo realizan su trabajo in situ, modelando madera, metal y piedra. También permite a los artistas interactuar con el público y luego dejar sus obras en el Parque de las Esculturas, en el interior del recinto Saval, donde se desarrolla el encuentro.
Según señalan los documentos de la municipalidad, el primer Simposio se realizó en 1996 organizado por la Sociedad Amigos del Arte (institución hoy desaparecida), siendo la Corporación Cultural la co-organizadora. Esa fórmula se mantuvo hasta 1998 y luego la entidad comunal se hizo cargo del evento por completo, ganando mayor prestigio y difusión cada año.
Esta iniciativa es única en el país y si bien han surgido otras actividades similares en otras regiones, ninguna logra el contacto con la comunidad que caracteriza al encuentro local, el cual de alguna manera mantiene vigente el espíritu que le entregó el escultor Guillermo Franco, uno de sus participantes iniciales, colaborador e impulsor permanente.
Por lo anterior, la realización del Simposio es también una oportunidad para recordar a Franco, quien fue miembro del directorio del Centro Cultural El Austral y promovió el arte de la escultura tanto a nivel profesional en el sur de Chile; como en el ámbito de la extensión, a través de su taller para los estudiantes de la Universidad Austral, espacio que se convirtió en una interesante cantera de artistas jóvenes locales.
Las obras de Franco son conservadas en la ciudad por algunas empresas y también se encuentran resguardadas por la Corporación Municipal (CCM) , a la cual el artista las donó, un par de años antes de fallecer, con el compromiso de exhibirlas a la ciudadanía en forma continua.
El Simposio era un afán permanente de Franco y ahora, cuando la actividad cumple 20 años, se ven los frutos que él ayudó a sembrar.