Experimentos valiosos
Hace tiempo que la comunidad tiene claro que a pesar de las buenas intenciones de un eslogan, a Valdivia le estorban algunos detalles para convertirse a cabalidad e indiscutiblemente en la ciudad más hermosa del país. Los problemas son varios y diversos, pero se concentran en el área céntrica, donde una cantidad de automotores, particulares o de locomoción colectiva, sobrepasan con holgura la capacidad de las estrechas calles; los sitios desocupados y prácticamente en abandono, la proliferación de perros vagos, la omnipresencia de los cables aéreos o la aparición estacional de personas que provocan molestias al resto, se suman hasta constituir un cuadro muy lejano a los deseos de quienes sueñan con una urbe realmente a tono con la espectacular naturaleza que la enmarcan.
Es por todo aquello que la aparición de intervenciones destinadas a cambiar ese panorama y a dar a la ciudad un aire renovado y, especialmente, más humano, resultan un verdadero bálsamo para una comunidad que por su tamaño no debiera estar sufriendo algunos de los males habituales en las grandes capitales, mezclados con los propios de los asentamientos más pequeños.
Es el caso de Plaza Activa, el reducto peatonal instalado en el pasaje Guarda, entre Pérez Rosales y Camilo Henríquez, con fondos municipales y ejecución del Consorcio Valdivia Sustentable, que permanecerá instalado durante tres meses a prueba, a la espera de resultados antes de decidir si queda de manera permanente o si el lugar vuelve a tomar la forma de una calle que facilita el viraje hacia Arauco, en uno de los rincones más transitados del centro de Valdivia.
La iniciativa pretende dar más áreas verdes y espacios dedicados a las personas, pero su suerte final dependerá en buena medida de lo que la gente decida. De recibir el visto bueno, se dará al recinto un diseño definitivo. Es un buen intento, aunque se lamenta que no sea posible llevarlo también a los rincones que no pueden ser intervenidos por ser de propiedad particular.