Fanny Olivia Muñoz Ojeda, nacida el 25 de junio de 1951 en Santiago, llegó a los cuatro años con su madre y hermana a la capital de Los Ríos.
Tuvo una infancia feliz con su familia, viviendo en varios lugares de Valdivia. De hecho su madre tuvo una rotisería cerca de la plaza Isabel Riquelme llamada La Petit. Estudió en la que en ese entonces era la Escuela 3.
Cuando tenía quince años comenzó a trabajar, como una forma de ayudar en los gastos de la casa. A los 16 consiguió un empleo en la Universidad Austral, y estudió secretariado, para poder tener más oportunidades laborales. Luego trabajó en una corredora de propiedades por más de 20 años, lugar del cual jubiló hace dos años y actualmente se dedica a una pasión de toda la vida: dar clases de tango a la comunidad.
De su primer matrimonio nacieron sus tres hijos: Claudio, Claudia y Margarita, y tiene dos nietas: Sofía y Catalina. Se casó por segunda vez hace 11 años y dice sentirse plenamente feliz con el hombre que la acompaña. Su hija mayor, Claudia, se fue hace cuatro años a Buenos Aires, ciudad a la que Fanny viaja dos veces al año para tomar clases de tango y perfeccionarse en su arte.
¿Qué labores realizó después de trabajar en la Uach?
Bueno, trabajé como secretaria en una corredora de propiedades por 20 años aproximadamente. Hace dos años que jubilé y estoy en mi casa aprovechando mi tiempo en lo que más me gusta.
¿Qué es lo que le gusta hacer?
Mi primera pasión es el tango, pero además, tengo una afición por pintar, por lo que la he desarrollado con los años. me dije ¿por qué yo no puedo pintar? y aquí estoy. De hecho, los cuadros de mi casa, todos los he pintado yo.
¿Desde cuándo nació el amor por el tango?
Yo nací con esa música. Me da la impresión que mi madre cuando estaba embarazada de mí, escuchaba y cantaba tangos. Además, mi padre era músico, así que debí haber escuchado también.
¿Tomó cuando pequeña clases de ballet o danza?
No, nunca, más allá de lo talleres del colegio, o esas clases a las que te llevan los papás por chochera puede ser, pero clases formales no, sólo ahora.
Entonces, ¿Cómo fue que optó por perfeccionarse enel tango?
Hace ocho años que me decidí a tomar clases de tango, a aprender, a conocer acera de esta música y danza que me apasiona.
¿ Fue en algún viaje a Buenos Aires?
No, me encontré con un amigo en la calle y me dice que estaba en Valdivia, cantando tangos en el Club de La Unión, donde se reunía el Valdivia Tango Club. Y ese día, me decidí a que tenía que aprender a bailar. Tomé clases con algunas personas, las que me enseñaron lo básico. Cuando sentí que necesitaba más, viajé a Buenos Aires para perfeccionarme.
¿Cuándo comenzó haciendo clases de tango?
Hace cuatro años más o menos, con mi hija y unas amigas iniciamos una escuela de tango, pero tuvimos que dejarlo, porque la profesora que teníamos contemplada tuvo algunos problemas personales. Después ese tema lo retomó otra persona.
A pesar de la desilusión, viajé a Buenos Aires, donde me reencanté con la música y el baile. Por lo que al regresar, comencé a buscar en otros lados, queriendo aprender más.
Además, nosotros teníamos unos amigos que venían tres veces a la semana a bailar, hasta que me decidí en hacerlo una práctica de tango por tres años. La idea es aunar a personas solas, o a veces enfermas a bailar y a distraerse. Tengo alumnos desde los 15 a los 84 años. Ahora se ha convertido casi en una fiesta.
¿Por qué?
Porque las clases son de 20.30 a 22 horas, pero todos traen algo para compartir, por lo que a veces nos quedamos conversando y bailando hasta las tres de la mañana.
¿Qué tipo de tango enseña?
Milonga y tango de salón (ver recuadro)
Carla Ilabaca Jara