Año a año hemos visto con mucha impotencia como delincuentes cometen el delito de abigeato en nuestros campos.

Agricultores ven con dolor como sus animales aparecen muertos por culpa de quienes manejan un mercado ilegal de venta de carne que no logra ser controlado, a pesar de los esfuerzos de las policías y autoridades.

Como Saval FG hemos estado trabajando con los agricultores para buscar mecanismos de coordinación que nos permitan resguardarnos de los cuatreros, esfuerzos que ya empiezan a tener resultados, aunque sabemos que el problema requiere de un esfuerzo mucho mayor.

Gracias a nuestras gestiones ante la Fiscalía Local y el Juzgado de Garantía de Mariquina, un grupo de delincuentes que estuvieron operando por más de un año, fueron formalizados por abiegato. Esta detención por parte de efectivos de Carabineros de la Tenencia de Lanco, se logró gracias a la vigilancia y seguimiento de un vehículo sospechoso por parte de vecinos del sector de Alhuemanque, quienes dieron oportuno aviso a Carabineros para generar la captura de tres delincuentes, con la carne de la vaca faenada y las herramientas del delito.

Un importante paso para todos quienes llevamos varios años luchando contra el abiegato, aunque si bien las penas impuestas por la Magistrado se limitaron a un acuerdo reparatorio para dos de ellos y una condena efectiva para uno, que tenía antecedentes previos, es una muestra de que las cosas se pueden lograr cuando no se bajan los brazos. Por esto, destacamos el esfuerzo del agricultor que hizo la denuncia y que siguió el caso hasta las últimas consecuencias.

Este caso nos sirve para demostrarle a los cuatreros que su delito no les seguirá saliendo gratis y que los agricultores se están organizando para resguardar la seguridad de sus predios.

Por esto, el llamado es a incentivar que futuros afectados denuncien este delito y persistan en la interposición de las respectivas querellas, ya que tarde o temprano se hará justicia.

Juan Enrique Hoffmann

Contundente, sin lugar a dudas ni apelaciones, resultó la respuesta de los vecinos de las poblaciones Yáñez Zavala y Pablo Neruda ante la consulta acerca de qué se debe hacer con las construcciones que quedaron a mitad de su vida útil en el sector conocido como La Rotonda, cuando un ambicioso proyecto urbano, que contemplaba una serie de instalaciones destinadas a hacerles más fácil la vida, terminó convertido en uno de los tantos elefantes blancos o del color que se quiera, desparramados por el territorio nacional como monumentos a la imaginación o a la inoperancia.

La respuesta de los consultados se inclinó fuertemente hacia la más radical de las soluciones, la demolición, para luego dar paso a algo menos pretencioso, pero más aterrizado, un área abierta para la práctica de deportes, con instalaciones adecuadas y medidas de seguridad que cumplan con la tarea de alejar a los antisociales que por ahora se han adueñado de las ruinas.

Lo ocurrido a lo largo de este lamentable proceso entrega dos conclusiones inmediatas. Lo primero es calcular el dinero que se perdió con esa construcción y que no va a tener explicaciones porque ha pasado mucho tiempo y porque han cambiado las administraciones.

Lo segundo es mucho más positivo y tiene que ver con la actitud de los pobladores, que en lugar de observar lo ocurrido en La Rotonda se dieron a la tarea de conseguir ser escuchados y una vez que se estableció el mecanismo para llevar adelante el plebiscito, demostrar con una alta participación que el tema realmente les interesa. Además, se preocuparon de dar un veredicto tajante, que no deja lugar al más mínimo asomo de duda.

Lo hecho por ellos debe ser tomado como ejemplo para los diversos sectores ciudadanos de la región de Los Ríos y que muchas veces se quejan de no ser escuchados por las autoridades. Con respeto, pero también con decisión se puede lograr la implementación de mecanismos de consulta para que sea la propia gente la que decida qué va a ocurrir con situaciones de su directo interés.