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La llegada del invierno

Como nunca, la ciudadanía ha recibido avisos que deben ayudarle a enfrentar la rudeza natural.

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Tras un largo periodo seco, que incluyó un verano inusualmente propicio para las actividades turísticas a la vez que nefasto para la producción agropecuaria, con una sequía que ha causado estragos de diverso tipo, la zona sur comienza a sentir los efectos de la llegada del mal tiempo y que en regiones como la nuestra se hará sentir con toda la rudeza que la naturaleza puede descargar, en todos los sentidos.

En Los Ríos la ciudadanía es una profunda conocedora de la lluvia y sus consecuencias. Las estadísticas aportadas por la ciencia y la cultura popular se han encargado de trasladar hasta las actuales generaciones los relatos relacionados con las precipitaciones de antaño, notoriamente más profusas que las de hoy, y de las verdaderas proezas que los hombres, mujeres y niños de antaño debían consumar en cada invierno para salir más o menos airosamente de la situación.

No es un misterio que llueve menos que en los tiempos en que los abuelos debían aprender a remar porque tarde o temprano iban a necesitar de un bote para sacar a la familia hacia las tierras más altas. Tampoco se puede desconocer que los avances materiales han hecho la vida mucho más fácil de sacar adelante, punto en que la convivencia con la lluvia, por ejemplo, también resulta menos dramática.

Sin embargo, hay situaciones que no se manejan solo con más y mejores instrumentos o herramientas, porque la fuerza de la naturaleza siempre puede poner a prueba a la más desarrollada de las sociedades. Es allí donde se hace imprescindible aprovechar los ejemplos llegados desde otras latitudes.

En el país hemos estado atentos a una serie de acontecimientos de origen natural que han dejado un triste saldo y lecciones que al parecer no se terminan de aprender, por reiteradas que resulten,

Los aluviones, incendios, erupciones volcánicas que nos han sacudido deben servir para que las lluvias anunciadas para Los Ríos y las regiones vecinas no sean inmanejables. Salir adelante de manera razonable es la tarea del momento.

No nos deja solos

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Este domingo celebramos el domingo de la Ascensión del Señor Jesús. El evangelio propuesto para nuestra meditación (Mc 16, 15-20), nos relata el momento en que Jesús, estando con los apóstoles subió a los cielos.

No significa que los deje solos, sino que al ascender donde el Padre, su presencia será de una manera distinta.

El texto está enmarcado en el envío misionero de sus discípulos: "Vayan y anuncien la buena noticia a toda la creación".

Misión que se concreta en el bautizo para aquéllos que crean en su Palabra. Ésta es la misión de la Iglesia hasta el día de hoy, a pesar de sus dificultades y contradicciones, el de anunciar a Jesucristo a toda la humanidad.

Es el mismo Jesús que nos vuelve a enviar a quienes nos decimos sus discípulos, a testimoniar con nuestra vida y palabra la buena noticia de Dios.

El evangelio dice que muchos signos y prodigios acompañarán el mensaje de sus discípulos.

Es Jesús que no deja sola a su Iglesia, sino que la acompaña y alienta con la presencia del Espíritu Santo; y que cada cristiano, como discípulo misionero, debe sentir efectivamente en su vida y en su misión.

Es el mismo Espíritu el que suscitará los dones y carismas, que posibilitarán los signos que abrirán las puertas y los corazones para que muchos más abracen la fe, como en las primeras comunidades cristianas. ¡Buen domingo!

Carlos Martínez


Opinión

Una solución desde el problema

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Llega el invierno a Valdivia y tal como ha ocurrido en los últimos años se decreta la temida pre emergencia ambiental para el uso de leña con un porcentaje de humedad mayor al 28%. Múltiples han sido las iniciativas tendientes a revertir la situación producida por las condiciones geográficas de nuestra ciudad, las condiciones ambientales y el uso de leña, no siempre seca, como elemento de combustible para la calefacción de la mayoría de los hogares de la ciudad. Pero la pregunta es ¿hemos atacado la raíz del problema? O ¿solamente nos hemos abocado a mitigar el problema sin darle solución? Es probable que la solución no sea sólo una, pero podemos implementar al menos una de ellas, y que tiene relación con el origen del problema. Disminuir las necesidades de calefacción de los hogares que más combustible necesitan para calefaccionarse, estos hogares se encuentran en la llamada clase media. Hogares con una infraestructura incorrecta que no garantizan una adecuada aislación térmica y que por lo mismo demandan mayores requerimientos energéticos para su calefacción.

Por otra parte recién en el año 2007 se implementó la reglamentación térmica de la envolvente de las viviendas en la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones, normativa que da un mínimo de aislación y, que a todas luces, aún no es suficiente. Sin embargo, en muchas ocasiones ni siquiera se cumple ese mínimo y las familias de clase media no cuentan con los recursos para realizar mejoras térmicas en sus viviendas, y dada su condición de no vulnerabilidad tampoco cuentan con apoyo del llamado subsidio térmico que otorga el Ministerio de Vivienda. Es aquí donde debemos replicar las buenas prácticas y una buena forma de hacerlo es tomar el ejemplo realizado en la región de la Araucanía en donde, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo en conjunto con el Gobierno Regional, a través del Fondo Nacional de Desarrollo Regional han implementado un plan piloto de subsidio térmico.

Asimismo, si se mejorasen los estándares constructivos en las viviendas y se optimiza todo lo que tiene que ver con los cimientos, los materiales utilizados y el envolvente que permite una mayor aislación térmica, el uso de calefacción debiese reducirse, dando paso a un aire más limpio en nuestra ciudad y a un ahorro en la economía de las familias, disminuyendo el gasto en métodos de calefacción.

Fernando Vásquez Mardones


Columna