Desafíos legados
Al recordar la gesta naval de Iquique y los protagonistas de ella, descubrimos que en la guerra no triunfa simplemente el heroísmo, la argucia, la estrategia ni las tácticas más o menos bien concebidas. Son las naciones de sólida historia las que se imponen en la lucha.
Los hombres de Iquique eran parte de una sociedad y de una historia que los había moldeado y había creado la circunstancia favorable para el triunfo. Es la historia entera del país la que está presente en el conflicto y determina la victoria.
El pasado de Chile había sido un claro proceso de construcción de una nación. Había en el país un sentimiento nacional acrisolado que traspasaba a toda la sociedad y constituía un patrimonio común. El orden jurídico se había mantenido inalterable y el país, dirigido por grandes figuras de la política, había gozado de una administración sobria y acertada. La modestia en el gasto y la honradez eran proverbiales.
Un héroe no se improvisa. No es fruto de una generación espontánea. Desde el último soldado hasta el primer mandatario, como partes de una nación y de una historia fueron artífices del éxito. El combate naval de Iquique y la figura de sus hombres nos desafía hoy como nación.
Es preocupante constatar hoy la pérdida de confianza en las relaciones sociales y en los liderazgos. Debemos redescubrir que el poder de toda autoridad existe para servir a los demás, impulsar un diálogo social fecundo, basado en el respeto mutuo y en la verdad. Debemos darnos tiempo para redescubrir la bondad de cada persona, la eficacia que tiene la gratuidad.
Estamos a tiempo para desterrar la idolatría del dinero y de la corrupción, de valorar la actividad política y de sus actores, de reconocer el aporte de tantos trabajadores y empresarios, de avanzar en el trato justo, respetuoso y amable que nos debemos. En fin, de corregir nuestros errores y juntos fortalecer el alma de Chile.
Si analizamos atentamente la trayectoria de la vida de Arturo Prat, notamos que su proeza no fue una decisión repentina, sino el fruto de una moral sólida que demoró largos años en formarse. Muchos héroes y heroínas necesita nuestro pueblo: los de las grandes fiestas como la que recordamos el 21 de mayo, y los de cada día, que con su ejemplo nos renuevan la esperanza en el ser humano.
Ignacio Ducasse
Columna