ALICIA ANDRADE muñoz, UNA valdiviana que ama sU TRABAJO
PERSEVERANCIA. Está a cargo de la botillería Aranjuez, en Las Ánimas, desde hace 25 años. Es una labor que le gusta y quiere continuar.
En la avenida Pedro Aguirre Cerda del sector Las Ánimas de Valdivia, se ubica la botillería Aranjuez. Alicia Rosa Andrade Muñoz ha estado por espacio de 25 años al frente de este tradicional local y asegura que es un trabajo que le ha reportado sólo satisfacciones. Admite, eso sí, que en alguna ocasión sufrió un robo y que ello le causó una honda impresión.
"En estos 25 años una sola vez me asaltaron y pasé un poquito de susto. Gracias a Dios, no perdí el control. Entraron dos jóvenes armados y fuera de llevarse cuanto pudieron, se robaron una plata que debía yo depositar al día siguiente. No opuse resistencia y dejé que se llevaran las cosas", recuerda.
Sin embargo, siempre se logra encontrar personas que tienden la mano cuando sobrevienen adversidades. Este pensamiento de Alicia se concretó ese mismo día: "Fue así que nunca me podré olvidar de que don Arturo Norambuena me sacó de ese apuro, prestándome un millón de pesos que deposité al día siguiente", añade.
PRIMEROS TIEMPOS
Nació en Valdivia el 30 de marzo de 1952, en el hogar formado por Ariosto Andrade y Sofía Muñoz. Estudió en la Escuela N° 72, Escuela El Laurel, Escuela N° 49 de Niñas y finalmente en el Liceo Industrial, pero sólo hasta tercero medio. Varios años más tarde lograría recibir la licencia de enseñanza media.
Se casó con Pablo Paineñanco y ambos fueron padres de dos hijos: Sara, que hoy tiene 43 años; y Juan Pablo, de 37 años. "De estos dos hijos tengo cuatro hermosos nietos, y también tengo un bisnieto", agrega.
- ¿Cuándo empezó a trabajar?
Cuando mi hija tenía unos cinco meses de vida, entré al centro de madres América del Sur, que está ubicado en Teniente Merino, específicamente en Autoconstrucción. Ahí aprendí algo de peluquería, a tejer y también repostería. Todavía conservo a mis amigas del centro de madres, con las que me junto los miércoles.
Poco después de separarme de mi marido, estuve en la Escuela Vocacional y fui alumna de repostería de Mariela Cruz. Eso me permitió ganarme la vida.
- ¿Cómo le afectó el quiebre matrimonial?
Bueno, una se casa con las mejores intenciones, cree que es para toda la vida; pero se da cuenta después que la cosa no es tan así. En los primeros tiempos tuve una gran pena; más tarde, tenía que seguir viviendo y gracias a Dios una va encontrando gente buena en el camino.
- ¿Quiénes la apoyaron en ese instante de su vida?
Tengo que decir que me separé de mi marido, pero no de su familia. Mi suegra, Sara Álvarez, fue una gran apoyadora y muy bondadosa al punto de que llegué a considerarla como mi mamá. Eso debo agradecerlo toda la vida y me siento afortunada en ese sentido.
Tengo también a mis sobrinas y uno de mis cuñados me viene a ver, no se olvida de mi cumpleaños ni del santo cuando es santa Rosa.
LA REINVENCIÓN
- ¿Qué otras actividades desarrolló antes de hacerse cargo de Aranjuez?
Estuve haciendo cosas dulces en mi casa, hacía hasta 10 tortas en el día. Hice también muchas galletas de Pascua y muchas hojarascas. Así me ganaba la vida y me siento contenta porque ello fue de alguna forma mi sostén en aquel tiempo.
Tras ello, apareció la botillería. ¿No es así?
-Sí. A mi comadre Sonia Ortega -una persona a quien yo quiero mucho y es la madrina de mis hijos le ofrecieron esta propiedad y tomó en arriendo la botillería. Trabajábamos juntas. Después, se le ofreció la oportunidad de comprar la propiedad y me la dio en arriendo.
¿Cómo evalúa esta larga jornada de 25 años al mando de este negocio?
-Ha sido bueno. Tengo que repetir la palabra agradecida, porque mis vecinos siempre me compran y nunca he tenido problemas con la gente. Y cuando veo a algunas personas de mi edad, me doy cuenta de que he sido afortunada, porque a mis 63 años aún tengo las energías para seguir trabajando.
"En estos 25 años una sola vez me asaltaron y pasé un poquito de susto. Gracias a Dios, no perdí el control y dejé que se llevaran las cosas". "Tengo que repetir la palabra agradecida, porque mis vecinos siempre me compran y nunca he tenido problemas".
Alicia Andrade Comerciante valdiviana
Solo logros y satisfacciones
Alicia Andrade ha tenido varios logros en su vida. Uno de los más importantes se relaciona con una trayectoria que dejó inconclusa: "Saqué mi cuarto medio a los 42 años, en el Instituto La Araucana, porque no terminé mis estudios en el Liceo Industrial", cuenta. Y quizá su principal logro sea el mantenerse plenamente activa: "Mientras tenga las fuerzas, seguiré trabajando. Con la experiencia que uno tiene, cuida y es más responsable con aquello que ha conseguido con mucho esfuerzo", dice.
Medio siglo de vida en común celebró el martes 19 de mayo, el matrimonio formado por José Cañoles Sánchez (71 años) y María Edith Martínez Delgado (70 años). La ceremonia de renovación de votos fue oficiada por el diácono Leopoldo Rosales -de la parroquia valdiviana Cristo Rey-, en la villa Los Copihues.
La historia de los Cañoles Martínez comenzó con su casamiento en la parroquia Sagrado Corazón, el 19 de mayo de 1965. Con el paso de los años, el hogar vio nacer a Cecilia, Karin y Ricardo; y hoy la descendencia se compone, además, de 7 nietos y 7 bisnietos. "Ha sido una vida como todo matrimonio, con altos y bajos. A estas alturas de la vida, somos muy amigos", cuenta María Edith Martínez.