Una relación amorosa impulsó a Teresa de Jesús Vera Schneider a postular a una vacante que ofrecía la Universidad Austral de Chile, en la Biblioteca Central, en 1976. "Mi pololo de aquella época me dio el dato, me dijo que debía presentar determinada información para el concurso. Pues bien, participé como cualquier persona; en ese tiempo los requisitos no eran como los de ahora. Se pedía que el candidato tuviera cultura general, ordenación de números, conocimientos de mecanografía y cositas pocas'", recuerda.
Rindió las entrevistas y el examen de estilo y ganó el concurso. A fines de abril de 1976 se incorporó a la planta de funcionarios. "Entré a trabajar porque nos íbamos a casar con ese pololo, que en ese tiempo estaba haciendo su tesis", añade. De pronto, el noviazgo se acabó: "Me puse a pensar qué debía hacer. Entonces, me detuve en el hecho de que estaba ganando platita y estaba sola. Decidí seguir adelante y permanecí en la biblioteca", señala.
Desde aquel año 1976, la valdiviana Teresa Vera -que en octubre cumplirá 61 años de edad- desarrolló una trayectoria funcionaria que concluyó recientemente, el 31 de marzo de este año.
- ¿Cómo vivió los primeros años de trabajo en la biblioteca?
Al comienzo no tenía idea de cómo funcionaban las cosas, pero me ayudó el hecho de que desde el colegio me gustó este mundo de los libros. Nunca imaginé trabajar en una biblioteca, fuera de que estaba haciendo algo distinto de lo que estudiaba por aquellos días: en las noches asistía a un curso de contabilidad general que dictaba el Instituto Comercial, destinado a personas que trabajaban.
De a poco me empezó a gustar mi trabajo, estuve un par de meses a prueba y finalmente me hicieron el contrato indefinido.
En esa época, la biblioteca se encontraba en el actual edificio de la DAE (Dirección de Asuntos Estudiantiles). Si mal no recuerdo, en el verano de 1977 nos cambiamos al recinto en que está hoy; primero estuvimos en el último piso, y con el tiempo fuimos bajando. Fue algo muy gracioso.
¿Cuáles son los hechos más importantes de su trayectoria laboral?
Aprendí muchísimas cosas ahí. No soy bibliotecaria, pero siempre quise aprender más, de manera que me gustaba participar en los talleres que se hacían para reforzar ciertas cosas. La última sección en la que trabajé fue Reserva Limitada, donde estuve unos 20 años y en la cual terminé mi carrera funcionaria. Allí trabajé con mi colega Ramiro Legal.
- ¿Cómo evaluaría su paso por la Biblioteca Central de la Universidad Austral?
En cuanto a relaciones humanas, no todo es bueno, hay ciertas diferencias con los jefes; pero prefiero mirar el vaso medio lleno. En este sentido, fue muy buena experiencia porque hice amistades en la universidad y mi relación con los alumnos fue buena. Obviamente siempre había alguno que otro alumno con el que tenía diferencias, pero el trato era, en general, bueno.
Cultivé siempre un bajo perfil y mantenía el respeto mutuo. Siempre conservé la distancia entre el funcionario y el alumno. De repente, agarraba a alguien, pero según con quien trataba.
- ¿Qué anécdotas guarda en su memoria?
Cuando entré a trabajar tenía la edad de muchos alumnos; entonces, formé un grupo con algunos de ellos e iba a las fiestas, salíamos a bailar. También hubo pololeos entremedio, porque yo era jovencita; fui bien polola, y mi círculo era universitario: mis pololos eran alumnos o funcionarios. Sin embargo, yo era de pololeos largos; y entre estos estuvo el de mi ex marido. Si yo notaba que la relación no tenía visos de convertirse en algo serio, la terminaba.
En esa época, hubo cosas graciosas. Tenía algunos admiradores y como había que hacer fichas y guardarlas en los kárdex, en las fichas me citaban y ponían números de teléfono. No fui la única, porque a otras colegas les pasó lo mismo.
"Tenía algunos admiradores y como había que hacer fichas, en éstas me citaban y ponían números de teléfono. Aunque no fui la única" "No siento nostalgia porque sigo yendo a la universidad. Si tengo que hacer algún trámite, paso y aprovecho de almorzar en el casino"
Teresa Vera
Ex funcionaria UACh
Tras el retiro, no hay tristeza
Teresa Vera recuerda que el 31 de marzo de este año, sus colegas le brindaron una once de despedida. "Fue muy linda y me hicieron muchos regalitos de la tienda de la Universidad Austral, porque me encantan. Recibí tazones, bufandas; en fin, de todo el surtido me llevé algo", señala. El 18 de abril celebraron con ella en el Parque Borde Río, camino a Paillaco. Afirma que no siente nostalgia: "Yo me preparé incluso financieramente para el retiro. Fue una etapa de mi vida, pero ésta sigue y debo vivirla".