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Torrencial Valdivia Trail: la conquista de Oncol en 88 minutos

distancia. Correr 11 kilómetros por el área silvestre protegida de Arauco fue una de las tres opciones de la competencia organizada por la corporación deportiva Nimbus. Esta es una crónica de aquella agotadora experiencia.La humedad, el frío y el terreno inestable fueron los enemigos.

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Tal vez fue un acto inconsciente o quizás eligieron esa canción con un propósito más direccionado. Son las 10.50 horas del domingo 28 de junio y en el área de recepción de visitantes en Oncol (en una de las entradas al sector de camping a solo metros de la cafetería) suena "Welcome to the jungle". El grupo de rock Guns N' Roses ganó popularidad con el tema en 1987 y ahora, en medio de la selva valdiviana, es la arenga perfecta para los más de 300 deportistas que repletamos un estrecho camino a la espera de la largada.

Somos los últimos en participar en Torrencial Valdivia Trail, en el desafío de 11 kilómetros. Es el recorrido más corto (las otras opciones son 28 y 45 kilómetros) y supone ser el menos agotador, aunque los senderos, la humedad, el barro, la amenaza de lluvia y la capacidad de resistencia física digan lo contrario. El ajuste de las cámaras Gopro, la infaltable selfie, algunos abrazos y un dron que desde lo alto retrata el entusiasmo de la extensa fila de corredores, marcan los minutos previos a la partida.

El primero en salir es Eduardo Soto, un deportista lisiado que viste la polera manga larga color naranjado característica de Torrencial. Le dan un minuto de ventaja. El resto, contamos el tiempo regresivamente en voz alta hasta que la marea de jóvenes y adultos se comienza a mover.

La distancia

No hay codazos, ni atropellos. Los corredores avanzan respetando el sentido de unidad de un grupo tan dispar, como lo son sus motivaciones íntimas y personales. Algunos están solos. Otros lo hacen en pareja. Hay pololos y matrimonios que se alientan mutuamente con besos y la promesa de no abandonarse en el camino.

Los 11 kilómetros son desde la cafetería de Oncol hacia el caseta de control de ingreso al parque. Desde ahí, hasta Las Vertientes donde anuncian un puesto de abastecimiento con agua, jugo isotónico y fruta. Después, un par de senderos y de vuelta a la ruta principal. Todo eso lo explicaron los organizadores de Torrencial el día anterior en la feria realizada en la Carpa de la Ciencia del Cecs. Sin embargo, una cosa es haber visto un gráfico muy bien adornado; y otra, estar en la ruta pensando en cuánto falta para llegar a la meta.

Por eso y al calibrar el ritmo, surgen las primeras dudas sobre la dimensión real que implica la distancia cuando no eres precisamente un runner habitual. A los 19 minutos de trote, con ligeros cambios de velocidad, aún se escuchan muy de cerca las respiraciones agitadas. Es un efecto extrañamente tranquilizador y es porque de momento son pocos los que comienza a mostrar sus cartas en la ruta. También significa que hay corredores tanto o más cansados que uno, pero que no van a parar hasta dejarte atrás.

kilómetros repetidos

Al llegar al abastecimiento se cumplen los primeros 4.2 kilómetros de carrera y el ingreso al sendero Las Vertientes. Es un camino abrupto, accidentado y áspero. El alto porcentaje de humedad incrementa el sudor, aunque en ese momento es lo que menos importa. Hay madera muerta en el camino y pequeños cursos de agua. El terreno impide acelerar. Adelante, una mujer se ríe al perder el equilibrio y cae de lado. Atrás, alguien hace taco y se escuchan gritos como si vinieran arrancando de alguna amenaza. En medio, y como si fuera un niño sin la supervisión de un adulto, pienso en lo divertido que es meter los pies al barro. Aunque luego me arrepiento al saber que el resto de la carrera será soportando las zapatillas mojadas.

Contrario al ingreso al sendero, la salida es subiendo. Y con cerca de 40 minutos de carrera en el cuerpo, las cosas se ponen literalmente cuesta arriba. Pocos se atreven a trotar entre las raíces y algunos improvisan bastones de coligue como apoyo, hasta que de pronto la frondosidad de la huella natural se pierde.

Otra vez hay luz. Es el regreso al camino principal y el recordatorio de que aún falta mucho para el final. Pero hay ánimo en una ruta donde cada vez hay más fotógrafos registrando a los deportistas y donde los encargados de indicar la distancia comienzan a repetir los kilómetros.

"¿Cuánto llevamos?", me pregunta un corredor que sorpresivamente aparece a la izquierda. Le contesto con otra interrogante: "¿En tiempo o distancia?". Y me aclara: "En distancia, es que hace rato que vienen gritando que nos quedan tres kilómetros... hace tres kilómetros me dijeron los mismo y seguimos igual parece, sin avanzar".

ubicación

Las poleras anaranjadas vuelven a adornar el camino por un par de kilómetros, pero se pierden al entrar al segundo sendero marcado por distintas tonalidades de verde. A diferencia del anterior, tiene pasarelas, aunque es igual de estrecho y obliga a frenar haciendo que el cuerpo ponga en uso toda la musculatura disponible. Al menos, la que queda sin dolor o la que está anestesiada por haber conseguido una y otra vez los umbrales de esfuerzo de alto y bajo consumo de oxígeno. En ese momento pienso en lo práctico que es un entrenamiento funcional, ese que exige el compromiso de todo el cuerpo y que no se logra solamente trotando. Y que tal vez, habría facilitado mi salida del segundo sendero, otra vez hacia la luz y la parte final de los 11 K. Ya es casi una hora de carrera y la única unidad de medida para saber la ubicación en la que podría llegar, es tratar de recordar las caras de quienes corren un par de metros adelante o al lado. La metodología es simple y se me ocurre pensar en que si el que lleva la delantera, lo dejé atrás antes, es porque realmente voy lento.

Alguien grita: "De Rocky ya no me queda nada". Es la respuesta a los vítores de un par de amigos que lo alientan a la orilla del camino tarareando la célebre canción que identifica al boxeador inmortalizado por Sylvester Stallone.

Lleva un ritmo más acelerado y culpo a mi rodilla izquierda por no poder alcanzarlo. Una rebelde lesión aparece de pronto para aguar la fiesta y el foco de concentración cambia. Queda un último sendero antes de entrar al sector de la cafetería y la entrada es subiendo por escalinatas de madera humedecida. Vale la pena un último esfuerzo y la satisfacción de que ya he completado más del 90% del camino entre saltos, trote, aceleraciones, barro, caídas y tobillos torcidos.

el final

Solo los que corren saben el verdadero significado de la palabra "Meta". Es la llegada. El término del esfuerzo máximo y el cumplimiento de un objetivo difícil de explicar a terceros, cuando la verdad es que se busca medir los límites de la resistencia física personal.

Pero en Torrencial Valdivia Trail, antes de cruzar por el arco blanco de plástico y recibir la medalla finisher, hay que rodear el camping. Y repetir la tónica de casi todo el recorrido por Oncol, es decir, bajar y subir por caminos estrechos, aunque esta vez con el grito de ánimo del público como si fuera una inyección contra el dolor del ácido láctico acumulado en más de sesenta minutos de carrera.

adicción

Pero vale la pena. Al final, mi reloj de pulsera marca 88 minutos y 29 segundos cuando cruzo los metros finales. Es casi media hora más de distancia en relación al ganador de la categoría de entre 30 y 39 años y de quien ganó la general de los 11 kilómetros. A cambio me quedo con un trozo de metal como garantía de mi paso por Oncol, que además es el bautizo recibido como trail runner novato. Hay medallas para todos y hasta en el bus de vuelta a Valdivia, muchos aún las llevan colgando al cuello como si se tratara de imponer respeto. O simplemente por decir "Yo estuve ahí".

Al terminar el desafío, las inmediaciones de la cafetería de Oncol se transforman en una fiesta con alimentación gratis, muestras de cerveza disponible para hidratarse y un asado; y en una gran sala de hospital donde todos cojean, usan vendaje para las lesiones, se cobijan del frío y se consuelan por no haber logrado mejores marcas.

Parece que sobrevivir a los 11 K no hubiese sido suficiente. Algunos me aclaran que llegaron a la carrera por que son adictos a las experiencias de ese tipo. Alguien que llegó del norte para conquista Oncol me dice: "Esta cuestión es adictiva. Después de la primera, vas a querer una segunda carrera de aventuras y después otra más y así. Yo vine porque estoy de cumpleaños y fue la mejor forma de celebrar". Asiento con la cabeza y en lo único que pienso es en la semana que se viene donde tendré que superar contracturas en el cuello, en los gemelos y cuadriceps; y en los síntomas de un resfrío inminente que junto con la ansiedad del día previo a la carrera, no me dejaron dormir.

La carrera

Una prueba atractiva que en su primera versión tuvo un balance positivo fue la carrera Torrencial Valdivia Trail, aunque con aspectos que deben mejorarse para futuras versiones. Los ganadores de las tres distancias tuvieron buenos conceptos acerca de la prueba y relataron parte de su lucha contra la naturaleza y cómo le ganaron al agreste terreno de Oncol. Los tres coincidieron en que volverán el próximo año a repetir la experiencia.

El temuquense Emmanuel Acuña, ganador de la general en los 45 K, expresó que en el desarrollo de la carrera -que partió pasadas las 7 horas del domingo- se cayó varias veces y que "tuvo que regular el ritmo, después tuvimos partes planas donde teníamos que marcar distancia en un puente y volver".

Acuña relató "el kilómetro 28 sufrí otra caída antes de llegar a la playa de Pilolcura y me agarré en un cerco de alambre de púas. Me costó retomar el ritmo, me tocó una subida de 6 kms. que se me hizo pesada. En el kilómetro 35 me vino el segundo aire y le di con todo lo que tenía. Bajé rapidísimo". Acuña es uno de los mejores corredores de trail y dijo que "el circuito estaba muy bien marcado, nada que decir" y que la mayor dificultad era la humedad del terreno. Ahora se preparará para ir al Endurance Challenge de Santiago de 80 K y Vulcano Ultra Trail de Puerto Varas en 100 K en diciembre.

El vencedor de los 28 K en la general fue Marcelo Sánchez del club Animal Trail de Temuco. El deportista dijo que el circuito "fue durísimo, muy técnico, mucha piedra. Nos fuimos un grupo trabajando la bajada y en la subida tuve que escapar. Perdí el rumbo y me desvié como 300 metros, menos mal volví, pillé a los punteros y los pasé". Para Sánchez el factor más complicado del Torrencial fue el terreno y precisó "era muy inestable, mucha piedra, mis pies resbalaban. Por suerte no llovió sino habría sido peor para todos los corredores. Fue buenísimo, hay que volver".

El corredor valdiviano Nicolás Riquelme ganó los 11 K y expresó "había demasiado barro y piedra mojada, además tuvimos que subir las escaleras de los senderos. El terreno era duro". Riquelme dijo que hubo un error en los 11 K con los banderilleros e indicó "me hicieron perderme porque me dijeron que me metiera en un sendero que era para la avenida, no era de inicio". Pese a ese inconveniente el valdiviano dijo que volvería a hacer esta carrera a la que calificó de "atractiva" para la región.

El primer lugar que erró el rumbo

Torrencial Valdivia Trail fue organizada por la corporación deportiva Nimbus creada por un grupo de profesionales valdivianos

Resultados En www.torrencial.cl están disponibles los tiempos oficiales que registraron los corredores en cada distancia.

Traslado Más de 600 deportistas se sumaron a la experiencia. Subieron a Oncol en vehículos particulares y buses. El estacionamiento fue Pilolcura.

El tema de la señalización y las instrucciones de los banderilleros de las tres distancias es un punto que debe mejorar para las futuras versiones de Torrencial Valdivia. Sucedió que en los 11 K hubo un error en las indicaciones y llegaron cinco personas mucho antes a la meta. Ese fue el caso del viñamarino Ismael Hinojosa que llegó primero, pero que por una mala indicación se saltó 3 kms. del circuito. Era primera vez que venía a Valdivia y pese al error destacó la belleza paisajística de la carrera.

45 kilómetros

fue la distancia más extrema ofrecida por la carrera

Torrencial Valdivia Trail. Los corredores partieron a las

07.00 horas desde el parque Oncol.

4 horas

fue el tiempo máximo estimado por la organización de la

carrera para completar los 11 k. El plazo fue anunciado

pensando en quienes cubrirían la distancia caminando.

3 días

para deportistas experimentados y tres semanas, para

novatos, es el tiempo promedio estimado por los expertos

para recuperarse de una experiencia como el trail local.