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Conocer, para poder reconocer

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El territorio de la Región de Los Ríos ha tenido una importancia fundamental por su ubicación estratégica desde los tiempos del cacique Leochengo y su hija Racloma, que cruzó las aguas del río Ainilebu para enfrentar la amenaza de la corona española. Doscientos años después, fue la misma corona la que inició desde acá la Reconquista, convirtiendo a la bahía de Corral en un bastión inexpugnable para invasores como los navegantes holandeses que trataron de instalar acá su bandera.

Valdivia fue la primera ciudad que recibió el impulso de colonos alemanes, y también de otras nacionalidades, que llegaron desde Europa a instalarse en estas tierras de esperanza, entregando un gran aporte a la ciencia, a la industria, a la cultura, que posteriormente se irradió hacia el sur y luego a Chile entero, influencia que permitió convertir a Valdivia en una de las cinco principales ciudades del país en la primera mitad del siglo pasado.

Fue en Valdivia donde hombres como Eduardo Morales creó, contra viento y marea, la Universidad Austral de Chile, en un hecho que le cambió la vida al sur del país; donde el Dr. Clemente Holzapfel, y después su hijo Joaquín, abrieron la senda del trabajo solidario en beneficio de los más desposeídos, como también lo hizo el Dr. Jorge Sabat.

Fue en este territorio donde la fuerza de su ciudadanía, liderada por personajes visionarios y valientes como Raúl Basso y Silvia Oyarzún, logró superar todas las barreras para ver cristalizado el sueño de la nueva región.

Hacemos esta breve reseña para enfatizar en la necesidad de estimular en nuestros niños, niñas y jóvenes - como en la comunidad en general - el estudio de la historia de Valdivia, para aprender a valorar el aporte de tantos hombres y mujeres que han dejado huella a través de los años.

Es importante que las autoridades hagan un esfuerzo mayor para trabajar en el rescate de nuestro patrimonio material e inmaterial, fortaleciendo nuestra identidad como territorio. Ello es fundamental para que podamos conocer lo nuestro y luego aprendamos a reconocer aquello que nos identifica.

Aprendamos a valorar lo nuestro, abramos las aulas para relevar nuestra historia y así atesorar nuestro territorio.

Iván Flores García


Columna

Inquietud por anunciado proyecto

La idea del nuevo Barrio Cívico de Valdivia genera polémica. Unos temen que no se materialice; otros, que sea prejucidial.

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Inquietud existe entre los vecinos del Barrio Estación de Valdivia ante la posibilidad de que el proyecto de Centro Cívico no llegue a materializarse. Los avances oficiales no dan pie para pensar algo así, pero las polémicas públicas generadas en torno a la inconveniencia de la obra, siembran inquietud.

Esta idea busca la construcción de espacios públicos en el sector que antes ocuparon el Batallón Logístico, y el terminal de Ferrocarriles, concentrando en un solo sector de la ciudad la mayoría de los servicios y oficinas de autoridades, el Archivo Regional, el Centro juvenil de arte, el hito Bicentenario y a futuro el Museo del Vapor . En suma, un gran polo de actividad fiscal, que podría cambiar el rostro a un área que lleva décadas abandonada y deprimida.

Para los pobladores se trata de una estupenda oportunidad para mejorar su sector; pero los detractores temen, sin embargo, que el surgimiento de este nuevo barrio afecte al centro actual de la capital regional. También creen que se perderán fondos a través de las concesiones (sistema elegido para la edificación), en vez de mantenerlos a nivel local.

El escenario tiene varios elementos a considerar y una pregunta de fondo: ¿por qué la comunidad local siente tanto temor? Por un lado, miedo de que los anuncios no se cumplan y por otro, a que una solución sea peor que el problema a resolver.

Lamentablemente, hay que reconocer que la ciudadanía valdiviana ha experimentado muchas veces que una idea publicitada no se concrete (el Cecof de los Barrios Bajos, por ejemplo) y también que una obra no responda a las reales necesidades locales (el Car del remo), o que se haga mal (Teletón, puente Cau Cau). Ante esta evidencia, resulta entendible una cierta actitud pesimista y a ratos oposicionista de la gente; algo que no se supera solo con un llamado a pensar positivo, o con declaraciones enérgicas.

En este caso, como en muchos otros, es necesario que los vecinos vean avances concretos, reciban información permanente y en plazos cortos. Los tiempos burocráticos -con todas las razones que los justifican- son demasiado largos y difíciles de comprender para las personas comunes.