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Enfermedades respiratorias

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Eduardo Cruzat

El invierno es -sin lugar a dudas- la estación del año de mayor complejidad para la salud de las personas, especialmente en niños y adultos mayores, quienes desarrollan una serie de enfermedades que se agudizan a raíz de las bajas temperaturas, cambios bruscos de ambientes y la mala calidad del aire.

Esto ha provocado que las enfermedades respiratorias se mantengan en Chile entre las principales causas de morbilidad y mortalidad, generando la implementación por del Ministerio de Salud de distintos programas, entre ellos el de Control de las Enfermedades Respiratorias del Adulto, que tiene por objetivo enfrentar las patologías de mayor prevalencia que son EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) y asma, por medio de distintas acciones coordinadas que ejecutan -en los distintos centros de salud- un equipo de profesionales compuesto por enfermeras, kinesiólogos y médicos.

La EPOC no es una sola enfermedad, sino que es un concepto que designa distintas dolencias pulmonares crónicas que limitan el flujo de aire en los pulmones y que en términos más coloquiales denominamos bronquitis.

En tanto, el asma es una enfermedad crónica que se caracteriza por constantes ataques de disnea y sibilancias, que varían en severidad y frecuencia de una persona a otra, cuyos síntomas se pueden mantener varias veces al día o a la semana y que en algunas ocasiones se intensifican durante la actividad física o por la noche.

Pero ¿cómo evitamos estas enfermedades? Podemos prevenir estas patologías con acciones simples, como evitar estar en locales cerrados con contaminación del aire, lavado frecuente de manos, no exponerse a cambios bruscos de temperatura, evitar los lugares públicos con mucha aglomeración de personas, ventilar y asolear las viviendas, vacunarse si corresponde, y por sobre todo, desarrollar estilos de vida saludables.


Opinión

REALIZARON JORNADA DE SERVICIOS A AGRUPACIÓN DE PUERTO NUEVO

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Con la participación de un grupo de adultos mayores del Centro Feliz Atardecer de la localidad de Puerto Nuevo, en La Unión, se realizó una jornada bajo el alero del Programa de Envejecimiento Activo del Senama. La actividad se desarrolló con la presencia de la abogada del convenio entre la Corporación de Asistencia Judicial y el Senama, Karen Lemarie; la coordinadora regional del Senama, Rocío Araya; y el presidente del Centro Feliz Atardecer, Manuel Guerrero.

A lo largo de la jornada abordaron distintas temáticas relacionadas con la vejez, incluyéndose información sobre la oferta programática del Senama y una charla de la abogada Lemarie, referida a violencia intrafamiliar y causas civiles.

Al respecto, la coordinadora Araya destacó la importancia de estos encuentros, así como el hecho de que los mayores que viven en zonas apartadas conozcan la labor que desarrollan. "La misión del Senama es fomentar el envejecimiento activo y el desarrollo de servicios sociales para las personas mayores, cualquiera que sea su condición, fortaleciendo su participación y valoración en la sociedad, promoviendo su autocuidado y autonomía y favoreciendo el reconocimiento y ejercicio de sus derechos", explicó.

Comentó finalmente que desde marzo de 2014, el Senama cuenta con un profesional abogado exclusivo para adultos mayores en situación de vulnerabilidad y maltrato, para prestarles asesoría y orientación legal gratuitas, además de patrocinio y/o representación en juicios.

gilda miranda, la mujer que ayudó a nacer a 44 mil valdivianos

GRAN LABOR. Un drama de amor la trajo a Valdivia, donde desplegó una labor como profesional de la salud entre 1948 y 1981, en el Hospital Base.

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"Juráis por Dios y por vuestro honor, en este instante solemne, ejercer vuestra profesión inspirada en los más nobles ideales, protegiendo sin restricciones la vida de la madre y del hijo, y cumpliendo fielmente con los deberes que impone custodiar el sublime acto de dar a luz?". A esta pregunta, la matrona Gilda Miranda Soto-Aguilar respondió afirmativamente hace casi 70 años.

Hasta el año de su retiro, en 1981, esta profesional ayudó a traer al mundo a 44 mil 452 recién nacidos, en la maternidad del Hospital Base de Valdivia. "En aquella época, las señoras tenían 8 ó 10 hijos, no como ahora", explica.

CONOCIÓ AL "TANI"

Esta profesional nació en Iquique el 14 de diciembre de 1921, en el hogar formado por el contador Cesáreo Miranda Miranda y la dueña de casa Amanda Soto-Aguilar Higuaín. Fue la segunda de cuatro hermanos.

A los ocho años de edad, por causa del traslado de su familia a Santiago, recuerda una de las vivencias que nunca ha olvidado: "Nos vinimos en un barco y al arribar a Valparaíso, mi madre se preocupó de los más chicos. Yo me quedé en la cubierta y tenía mucho miedo; entonces, un señor me miró y me bajó a tierra firme. Ese señor fue el gran boxeador chileno Estanislao 'Tani' Loayza", recuerda.

EN SANTIAGO

¿Qué recuerdos tiene de su infancia?

-Todo fue muy lindo. Mis padres constituyeron un matrimonio muy unido; eran personas muy preocupadas de sus hijos.

Cuénteme acerca de su formación académica.

-Después de estudiar en el Liceo N° 5 de Santiago, entré a la Escuela de Obstetricia de la Universidad de Chile. El programa duraba tres años en esa época y me recibí el 29 de diciembre de 1947.

¿Por qué decidió seguir esa carrera?

-Tenía una tía materna, Irma Soto-Aguilar, que era matrona. Ella me sirvió de inspiración para orientar mi vocación.

¿Qué razones la impulsaron a mudarse a Valdivia?

-En mi época de estudiante conocí a un colombiano que estudiaba medicina y empezamos a pololear. Sin embargo, él no me gustaba; por eso, un día mi papá me dijo: "Muy mal hecho lo que haces, porque si no te gusta ese joven, termina con él". Pensé hacerlo, pero no pude. Nos íbamos a casar...

Un día me llamó: "Quiero conversar contigo". Esto fue lo más triste de mi vida. "No se lo digas a nadie; me voy a internar en la Casa de Orates", me dijo. Lo conté en mi hogar y mi hermana averiguó: llevaba tratándose cuatro meses, por un problema siquiátrico.

Después de esto, les dije a mis padres que quería irme de Santiago; se opusieron en un principio, pero mi hermana intercedió y finalmente me vine. Era el año 1948.

LABOR EN VALDIVIA

¿En qué recinto trabajó?

-Desde 1948 y hasta el año en que me jubilé, 1981, siempre me desempeñé en el Hospital Base de Valdivia. Cuando llegué, era director el doctor Otto Lenck. Yo estuve viviendo en el primer piso del hospital por dos años.

Lo más hermoso de todo era precisamente el traer al mundo un niño. ¡Ah, tantas pacientes que atendí, tanta gente...!

Y dentro de su trabajo, ¿qué cosas la conmovieron?

-Lo más lamentable para mí era saber que había madres no casadas, cuyas hijas eran abusadas por los hombres con los que vivían esas madres. Recuerdo una vez que dos hermanas dieron a luz el mismo día. ¿Quién era el padre? El marido de una de ellas.

En esa época, se usaba una campana para auscultar los latidos durante el trabajo de parto; y me impactó mucho el uso de fórceps para sacar a los niños. Era una especie de crimen, porque algunas veces eso causaba daños irreparables; sin embargo, era lo único que existía hasta que se empezó a usar la cesárea.

El hogar, los viajes, el tango y la familia

Después de acogerse a jubilación en 1981, Gilda Miranda se concentró en disfrutar la vida. "Me dediqué a mi casa y también viajé; fui a Venezuela, México, Canadá, Estados Unidos y Argentina", detalla. Además, le fascina el tango: "Con mi marido, Arnoldo Schibar Obando, bailábamos noches enteras y con mis amigos del Fogón Palestino. El tango era mi delirio". Ya viuda, su desvelo son sus cuatro hijos: Gilda Amanda, César Augusto, Hernán Arnoldo y Mirla Roxana; sus nueve nietos y seis bisnietos.