En Lepanto, en el estrecho que separa los golfos de Patrás y de Corinto, el 7 de octubre de 1571, la alianza formada por Venecia, España y los Estados Pontificios, obtiene la victoria sobre la poderosa armada turca, al mando de Alí Pashá.
Es un acontecimiento con grandes resonancias en todo el mundo cristiano, que lleva al pontífice Pío V a instituir una fiesta de acción de gracias, que tendrá como nombre "Santa María de la Victoria".
Dicha fiesta se extendió desde 1716 a la Iglesia universal y el papa Pío X la instituyó definitivamente el 7 de octubre de 1913, como fiesta del Rosario, y compendiará, desde aquel momento, todas las fiestas de la Virgen y de los misterios de Jesús a los que ella fue asociada.
El Rosario, es la forma de oración más conocida entre los católicos después de la misa. Es una práctica antiquísima, que consiste en la recitación de 150 avemarías, intercaladas por el Padre nuestro, segmentadas en decenas, al inicio de las cuales se enuncia un misterio de la redención cristiana. Alrededor del siglo XII, época en la que el Ave María se difundió como oración privada, surgió la práctica de orar recurriendo a los granos del Ave María y del Padre nuestro, unidos por una cadena, llamada Corona del Rosario. Era un símbolo que se remitía a la costumbre antigua de recibir a los soberanos con coronas de flores. Mientras que los cristianos quisieron darle un nuevo significado, ofreciendo, idealmente, a María, una triple "coronada de rosas", en recuerdo de su alegría, de sus dolores y de su gloria.
Para la afirmación de la tradición del Rosario, el recuerdo de la victoria de Lepanto tuvo con seguridad un papel determinante, tanto que León XIII, conmovido por las dolorosas pruebas atravesadas por la Iglesia, ensalzó la fiesta en 22 documentos apostólicos de altísima doctrina, magnificó esta devoción, indicándola como refugio ante los males modernos.
Esta tradición se ha fortalecido con el tiempo, gracias a la identificación de algunos de los más grandes santuarios de la piedad católica en el mundo moderno, como santuarios del Rosario. Entre los más conocidos se encuentran los Santuarios de Pompeya y de Fátima.
Nuestra diócesis tiene como Patrona a la Virgen del Rosario.
Ignacio Ducasse Obispo de Valdivia