Cuando los electores querían "barrer" con la corrupción
EXPERIENCIA. La imagen principal muestra a un grupo de adherentes a la candidatura de Ibáñez que marchan por las calles de La Unión con escobas, como símbolo de que había que limpiar la política.
Comenzaba la segunda mitad del siglo XX y llegaba a su fin la llamada era radical, que se inició en 1938 con el triunfo presidencial de Pedro Aguirre Cerda. A fines del periodo se evidenciaban importantes signos de desgaste de la política partidista y una sensación de corrupción de las instituciones públicas flotaba en el ambiente.
Los catorce años de predominio de una sola coalición política fueron provocando una crisis acumulativa en las organizaciones y partidos políticos, que afectaba no solo al radicalismo, sino también a todos los movimientos sociales y transversalmente a todos los partidos políticos.
Para 1952 se preparaban los comicios presidenciales con cuatro candidatos ya definidos: Pedro Enrique Alfonso personifica la continuidad radical; Salvador Allende apoyado por PS y PC en su primera incursión presidencial; en la derecha Arturo Matte Larraín impulsado por el PL y grupos conservadores y la candidatura del senador Carlos Ibáñez, independiente apoyado por varias facciones como, agrario laboristas, partido femenino, partido socialista popular e innumerable movimientos sociales que se identifican con el caudillo.
Surge la candidatura de Ibáñez con la peregrina idea de barrer en Chile con la corrupción, la ineptitud y la inoperancia, ya que se requería un cambio El emblema fue la escoba con el eslogan: "A barrer con los corruptos y la ineficacia".
Han sido rescatadas imágenes de aquella campaña, gesta que aún algunos chilenos recuerdan.
En la foto principal de 1952 tomada durante la campaña se observa una marcha de adherentes a la candidatura de Ibáñez, donde varios con escoba en mano marchan por calles de La Unión.
La imagen es un aporte de Ricardo Preisler Junginguer, historiador y destacado vecino de esa comuna. Por primera vez la mujer chilena emitía su voto para una elección presidencial.
"masa vendible"
Para formarnos una idea de cómo observan los políticos a la masa de votantes en Chile reproducimos la frase que sigue:
"Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio". Lo dijo hace más de un siglo Eduardo Matte Pérez empresario político ministro abogado además fue diputado y senador.
Esa declaración que podría apropiársela cualquiera de los líderes políticos y jefes de los grupos económicos de hoy, si se atrevieran a tener tal franqueza se le puede agregar esto: "Lo demás es una masa adormecida, consumista, ignorante, dócil y anestesiada con la farándula".
Cumpliendo aquellos preceptos de Aldous Huxley en su obra "Un mundo feliz" a la gente se le controla dándole placer barato que actúa como un verdadero placebo y deja el campo libre a la corruptela.
Asistimos 60 años más tarde, al igual que en 1952, a conmovedoras escenas de corrupción que la prensa cada día da a conocer: SQM un empresario compra para sí al 34% de los parlamentarios; caso Caval golpea a palacio; aparece la boleta ideológicamente falsa (BIF), colusión en las farmacias, La Polar, los pollos, fraude al fisco, malversaciones y los fondos concursables que son el festín de seudos impulsores del desarrollo y por último, como guinda de la torta, la colusión del papel higiénico o de la bacinica o el bacinica-gate, donde la figura principal, Eliodoro, es nada menos que bisnieto de Eduardo Matte, el dueño de la desafortunada frase mencionada.
¿Y qué tanto con la colusión o ponerse de acuerdo, si los partidos políticos vienen desde hace años con esta práctica de repartirse Chile y el poder? Dicen: a ti te toca tal ministerio, a este otro tal institución, municipios para tal o cual partido, se opina que tal distrito es de este partido y a la hora de nominar intendentes regionales estos se reparten como verdaderos feudos.
Claro, los políticos son más elegantes y a todo ello se le denomina "cuotas de poder".
En la imagen de abajo aparece un grupo de seguidores celebrando en la capital con escoba en alto el triunfo de Ibáñez en las urnas, que fue con el 46% de los votos.
Además, hay una caricatura del genial Lugoze, Luis Goyenechea, para la revista Topaze (el barómetro de la política chilena) que nos muestra al candidato con uniforme militar, el que gustaba usar en ocasiones especiales. Va marchando hacia el Congreso Nacional escoba al hombro para barrer con la corrupción e inoperancia de sus ocupantes, entiéndase los parlamentarios.
Durante sus dos mandatos presidenciales (1927-1931) y desde 1952 hasta 1958 Ibáñez fue promotor del modelo llamado "desarrollista", por el cual el Estado toma un rol relevante e importante en la actividad económica, iniciativas en los grandes proyectos de inversión y además facilita la actividad de los privados, en especial en el área productiva.
"Gobernar es producir" fue el lema, que se entendía como la única forma de lograr el desarrollo del país y no la especulación financiera que beneficia a unos pocos en desmedro de la inmensa mayoría.
Retirado de la vida pública, Ibáñez a quien se tildó como "el general de la esperanza", falleció en Santiago en abril de 1960 a 82 años.
Recomendamos algunos títulos para lectura: "Chile entre dos Alessandri" de Arturo "Pitín" Olavarría político y ex ministro de Estado y la obra de Ernesto Würth titulada "Ibáñez, caudillo enigmático" una completa biografía del dos veces ex Presidente de Chile.
historia/opinión
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Ricardo Preisler Junginguer,
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