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Dirigentas de Girasoles piden más apoyo por parte de las autoridades

CAMPAMENTO. Aseguran que han llegado nuevas familias a "tomarse" terrenos y que ha aumentado el microtráfico de drogas. No quieren llevar esos problemas a su futuro barrio.
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Claudia Muñoz David

Las dirigentas de tres comités de vivienda del campamento Girasoles aseguran que el lugar donde viven ya no es el mismo, que hoy duermen con más miedo y que no se quieren llevar ese temor a sus nuevas casas. Pertenecen a los comités Vida Nueva, Construyendo mi Casa y Luchando por mi Hogar, cuyas viviendas definitivas comenzaron a ser construidas en Circunvalación Sur durante este año. Ese no es el problema: "La construcción de nuestro futuro barrio avanza y va a ser lindo, el mejor proyecto de Valdivia. Si todo sale bien nos entregarían las casas en julio del próximo año", dijo Karla Rodríguez, de Vida Nueva, que agrupa a 16 familias.

El problema es otro, explicó Marcela Uribe, presidenta de Construyendo mi Casa, un comité compuesto por 32 familias. "Lo que nos falta es información, nos falta el trabajo en conjunto con los funcionarios de Aldeas y Campamentos (Programa del Minvu para este tema) . Es de parte de ellos hacia nosotros", destacó.

Contaron que cuando cambiaron a los asistentes sociales, con el cambio de Gobierno, comenzaron a descoordinarse. Karla Rodríguez lo explica de la siguiente forma: "Antes hacíamos contención, eso quiere decir que evitábamos que llegaran familias nuevas. Lo hacíamos como dirigentes, apoyados siempre por Aldeas y Campamentos, Carabineros, la PDI si era necesario y las asistentes sociales que trabajaban todos los días, si era un domingo, ellas llegaban. Eso es diferente. Ahora si pasamos por problemas no tenemos el apoyo de nadie. Nosotros podríamos trabajar, pero solos no resulta".

Vulnerabilidad

Las dirigentas relataron que hoy se sienten más vulnerables que antes y que el campamento es más peligroso. Karla Rodríguez destacó que "ahora las familias no viven tranquilas, todos hemos visto cómo se vende drogas, ha escuchado disparos cerca de su casa. No queremos que esa misma gente se vaya a nuestro barrio, son familias que vienen de afuera. Del gobierno nos han dicho que tomarán una serie de medidas para que esa gente no se vaya con nosotros, pero ninguna nos parece de confianza".

Explicaron que en las últimas decisiones que se han tomado -como instalar una oficina en el campamento- no se les ha avisado ni consultado. "Aldeas y Campamentos tiene una oficina instalada en el sector que está más complicado con el tema del tráfico, pero jamás nos han presentado un plan de trabajo, qué es lo que van a hacer. Ya no nos incluyen en eso que para nosotros es importante, por eso para mí el tema de la contención ya no es tema", dijo Marcela Uribe.

También aseguraron que a las mesas territoriales que realizan los dirigentes -en los que conversan sobre los problemas del campamento- generalmente no llegan los profesionales.

Karla Rodríguez explicó que en esas reuniones conversar, por ejemplo, sobre la preparación del campamento para el verano -desratización para prevenir el virus hanta- o el invierno -evitar las inundaciones- y sobre los compromisos que asumen tanto quienes viven en Girasoles, como los representantes del gobierno. "Es importante que ellos vengan", dijo. Las mesas se realizan una vez al mes, a la última que llegaron representantes de Aldeas y Campamentos, según las dirigentas, fue a la de junio de este año.

Lo que ellos quieren

Lo que más les preocupa es el microtráfico. "Eso es un gran tema. A alguna de esa gente les dieron una notificación para que abandonen el campamento, dijeron que tenían cinco días para hacerlo, pero mucha sigue ahí. A veces pienso que trabajaron con nosotros hasta que empezaron a construir las casas y después pensaron que con eso el problema estaba solucionado, pero no es así. No queremos llevarnos a la gente desordenada al barrio, porque ahí soñamos que nuestros hijos van a vivir mejor que en el campamento. Y queremos que las autoridades sepan que no somos un número más, que no nos traten así", destacó Marcela Uribe.

"Nos gustaría que vinieran las autoridades, conocer al intendente, del último que nos acordamos, que venía siempre, es de Andrés Varas", dijo Rodríguez.

Al día siguiente de realizarse esta entrevista Aldeas y Campamentos notificó a las dirigentes sobre una reunión en conjunto. Esta reunión fue realizada el viernes a las 17 horas. Sin embargo Karla Rodríguez expresó que "queda mucho trabajo por hacer y esta reunión es independiente de lo que no se ha hecho".

"Hemos mantenido el trabajo"

Sobre las inquietudes de las dirigentas, el director regional del Serviu, Alejandro Larsen, aseguró: "Esta reacción de las dirigentas nos sorprende. Nuestro equipo está con presencia permanente en el campamento, tenemos una serie de reuniones con actas firmadas en las que se han planteado las diferentes etapas de la salida de las familias del campamento. Una parte es la construcción de las viviendas y la otra es lo que se ha venido haciendo para dar mayores condiciones de habitabilidad dentro del campamento. Se ha hecho trabajo de contención, nuestro equipo notificó desalojos. Sobre el microtráfico, son otras las instituciones que tienen las condiciones para controlarlo" ,


La erradicación de campamentos

La solución de los problemas habitacionales siempre ha sido una materia sensible a las discusiones políticas. En ellas intervienen intereses de Estado mediante políticas públicas, de mercado mediante el consumo y el crédito, y también de sectores de la sociedad organizada mediante acciones políticas como tomas de terreno y manifestaciones que defienden el acceso a la vivienda un derecho social. Entre estas tensiones emergen los campamentos como un tipo de solución autogestionada respecto a un Estado que no acude a dar respuesta un sector de la sociedad que demanda soluciones habitacionales, y que no cuenta con una posición favorable en la distribución del ingreso para lograr acceder a vivienda. Los campamentos generan y articulan dinámicas de asociatividad con las que sus habitantes buscan garantizar elementos de subsistencia como seguridad, acceso a luz y agua, comercio formal e informal. Esta organización que les posibilita acceder a lo necesario para la vida, generan también una serie de relaciones sociales que decantan en una forma de hacer comunidad que podría constituirse a modo de identidad, como un conjunto de creencias compartidas con las que podrían definir las características de aquellos que viven en algún campamento particular.

Entonces, cuando pensamos en la erradicación de los campamentos tenemos que atender a todas las características que los hacen una realidad social compleja, no es sólo una vivienda definitiva, es también ese tejido social que genera arraigo sobre los lugares en los que habitan, sus historias, recuerdos y la experiencia de resolver colectivamente los diversos asuntos. La erradicación de campamentos es siempre sospechosa. Bajo la bondadosa idea que cree injusto que un sector de la sociedad viva en campamentos, y que la erradicación de ellos contribuye a la superación de la pobreza, se filtra también un interés particular por resolver los asuntos públicos bajo una racionalidad que tiene al Estado subsidiario como uno de los principales enclaves que nos dejó nuestra última dictadura. Donde nuestra principal institución burocrática debe asistir al mercado cuando éste no funciona. Por lo demás, la erradicación de los campamentos no busca resolver nuestros problemas estructurales, más bien son soluciones parciales y no da cuenta de la complejidad social que supone la existencia de la pobreza como condición de posibilidad de la riqueza, de la distribución desigual en el acceso al mercado.

Sociólogo

Instituto de Historia y Ciencias Sociales -UACh

717 familias viven actualmente en campamentos en la región de Los Ríos . Están distribuidos en 18 dentro del territorio, según la última encuesta nacional de campamentos de Techo Chile.

34,4 por ciento de quienes viven en los campamentos de la región de Los Ríos tienen entre 0 y 14 años, mientras que un 62 por ciento tiene menos de 30 años.

26,6 por ciento de las personas encuestadas por Un Techo para Chile indicaron que viven en campamentos por no tener otro lugar para hacerlo, un 17,3% por los altos costos de vida.

Max Cortés Espinoza