En Valdivia se guardan tesoros que cambiaron teoría sobre poblamiento americano
MONTE VERDE. Mientras en Puerto Montt resuelven la construcción de un museo, hace años la Uach mantiene a resguardo una de las colecciones más valiosas para la humanidad.
Hace aproximadamente un mes se conoció el resultado de las últimas indagaciones realizadas en el sitio arqueológico de Monte Verde, ubicado en la comuna de Puerro Montt, y coincidentemente con ese hecho volvió nuevamente al debate en la capital de la región de Los Lagos la necesidad de contar con un museo que asegure la conservación apropiada de las más de mil 500 piezas que han sido encontradas en este lugar desde que el científico estadounidense, Tom Dillehay, comenzó las primeras excavaciones y análisis en la década del '70.
Las alternativas en esa línea son varias y abarcan desde reavivar el proyecto de levantar un museo de Monte Verde en la costanera de la ciudad, hasta la construcción de un recinto especial al interior del Campus Pelluco de la Universidad Austral de Chile, donde se asegure la continuación del trabajo que actualmente desarrolla un equipo de especialistas.
De hecho, la propia casa de estudios valdiviana, a través de su Vicerrectoría Académica, vería con muy buenos ojos esta iniciativa, lo que ya ha sido adelantado también a la prensa por el vicerrector de la sede Puerto Montt de la Uach, Renato Westermeier, para quien la idea es que la colección completa con todas sus piezas sea traslada en algún momento hasta su lugar de origen, Puerto Montt.
Bien cuidadas
Pero más allá de estas consideraciones, ¿Qué pasa actualmente con las piezas de Monte Verde?, ¿Dónde están?, ¿cómo las resguardan?, ¿Quién las cuida? La respuesta a todas estas dudas está en un solo lugar y ese no es otro que las dependencias de la Dirección Museológica de la Universidad Austral, en el sector Isla Teja de Valdivia. En este punto y según describe la crónica de un equipo de prensa que tuvo acceso hace unos días al lugar, está la bóveda con los vestigios que corresponden a los trabajos realizados hace tres décadas en el sitio Monte Verde, quedando a la espera también de los materiales recuperados hace dos años en Monte Verde I y II, además de Chinchihuapi, los que todavía no llegan a nuestro país.
Según detalla el diario El Llanquihue de Puerto Montt en el cuerpo de Reportajes publicado el 20 de diciembre último, llegar a esta sala provista de las mayores medidas de seguridad y los más altos estándares no resulta tarea fácil.
Una vez en el interior de la bóveda se puede observar una serie de elementos que dan cuenta de la forma en la que vivían estos habitantes en el sitio que hoy es considerado tesoro patrimonial de la Humanidad y cuyo asentamiento está emplazado a 27 kilómetros al poniente de la Plaza de Armas de Puerto Montt.
De todo esto dan cuenta Marcelo Godoy, encargado de gestión y vinculación institucional y Claudio Zaror, antropólogo y encargado de documentación de la Dirección Museológica de la Universidad Austral de Chile.
Estos profesionales cuentan que el depósito es una sala provista de muebles que han sido confeccionados acorde a las exigencias que presenta el cuidado de la colección, todo un tema a considerar por las autoridades puertomontinas si es que llegan a concretar su idea de museo, eso, además de disponer de los profesionales idóneos para la conservación de estas piezas de miles de años de antigüedad.
En ese contexto, cabe destacar que en Valdivia, la colección de mil 500 piezas es resguardada bajo estrictas medidas de seguridad, con personal especializado y particular cuidado en el control de las distintas variables, como luminosidad y humedad, donde, por ejemplo, existe un recambio constante de aire, mientras que la temperatura no puede oscilar entre altos y bajos grados centígrados, permaneciendo en un rango que va desde los 15 grados hasta no más allá de los 22.
Para extraer la humedad se incorporó un deshumidificador y cuenta con rejillas de ventilación para permitir la circulación del aire. Todo ello al margen de los resguardos en materia de seguridad del recinto en el que se encuentran. Su acceso es restringido y se ingresa a ellas bajo protocolos de investigación visados por los investigadores responsables de la colección: Tom Dillehay y Mario Pino.
De hecho, el ingreso a dicha zona no se puede hacer en vehículos, lo que constituye un primer criterio de seguridad no sólo para Monte Verde sino que para todas las colecciones arqueológicas e históricas que encuentran en este lugar.
Esto, porque ante una eventual emergencia las vías de acceso quedan habilitadas hasta las zonas donde están las zonas de museos. Otro principio de seguridad tiene que ver con el control visual y que apunta a prevenir actos delictivos.
Y para ello se cuenta con cámaras de seguridad y guardias que trabajan en el Campus Cultural Uach, aparte de los sensores de movimiento y de humo. Pero no es lo único, dado que la bóveda de la que tanto se habla, muchas veces sin conocimiento de lo que se trata, es una pieza de un ambiente en la que descansa la colección de Monte Verde.
Para su conservación se confeccionaron muebles que permiten que este patrimonio no sufra efectos negativos a causa de catástrofes, como terremotos.
Para ello fueron confeccionados con una anchura tal que generó que el 27-F no se produjera ninguna pérdida. Tampoco están expuestas a la luz, dado que ello afecta las colecciones.
Colección
Mucho se habla y mucho se escribe acerca de esta colección y del sitio donde se encuentra desde el año 2003, a la espera de lo que pueda resolverse en Puerto Montt sobre el museo.
De lo encontrado en los 70', al interior de la bóveda está el madero que utilizaban los habitantes del estero Chinchihuapi para hacer fuego, así como restos paleobotánicos.
Además, se observan elementos relacionados con la arquitectura del asentamiento (como toldos) y utensilios tales como machacadores y un nudo.
En Valdivia descansan también un trozo de madera de fogón que está quemado por la combustión del fuego.
Todos estos detalles los relata Claudio Zaror, quien explica que cada una de las piezas cuenta con su número de inventario y de investigación, que fue realizada por los propios investigadores que trabajaron en el sitio.
Zaror recuerda igualmente que cuando les llegó la colección comenzaron con la enumeración de cada una de ellas. Algunas se encuentran en el interior de cajas de cartón que fueron revestidas en el interior con cartones libres de ácidos y que corresponden a los sistemas de conservación utilizados en el Museo Histórico y Antropológico de la Universidad Austral de Chile, explicando de paso que en el lugar se mantienen también pequeños restos de maderas y material óseo.
Museo
El propio Tom Dillehay y también el geólogo valdiviano Mario Pino, quien participó de las últimas excavaciones, han coincidido en las críticas hacia la carencia de un recinto de este tipo en Puerto Montt, ciudad a la que pertenece este sitio.
Para Pino la cosa es simple: "Si Monte Verde estuviera en Valdivia, el museo estaría construido", reflexión que lanzó en un entrevista de este medio y que fuera publicada el 30 de noviembre de este año. Mientras que Dillehay, en una entrevista publicada por El Llanquihue, un día antes que la de Pino, manifestó su esperanza de que algún día toda la colección pueda estar en un museo.
En su lamento dijo que Monte Verde es un lugar del cual se habla en todo el mundo, de la que se han escrito una serie de reportajes y realizado documentales, pero que en la comuna donde se emplaza no existe ni siquiera un museo.
Tal vez la opción que plantea la misma Universidad Australe n Pelluco venga a resolver el dilema, mientras tanto, Marcelo Godoy, describe que la Dirección Museológica de la Universidad Austral, unidad que depende de la Vicerrectoría Académica, es la encargada de la investigación, docencia, extensión y a la conservación y resguardo de los bienes patrimoniales de la casa de estudios en ese contexto es la que se ha hecho cargo del catálogo de Monte Verde.
Esta colección llegó hace 12 años hasta este lugar procedente de Estados Unidos. Y al momento del ingreso se marcó cada pieza con un número de inventario en el envoltorio, asociado su ubicación, fotografía e información proporcionada por los investigadores en una base de datos.
En ese entonces, las gestiones de la Dirección Museológica y el aporte entregado por la Fundación Andes permitió habilitar el actual espacio de almacenaje y la instalación de esta colección bajo estándares apropiados.
Importancia
Sobre Monte Verde, Godoy señala que se trata de un sitio arqueológico significativo para la historia regional, latinoamericana y mundial.
Esto, porque derriba un paradigma sobre el poblamiento americano, pero más allá de terminar con un supuesto, lo significativo de este sitio es su emplazamiento y su contenido.
Porque se da cuenta de una población seminómade que genera relaciones de intercambio en un amplio territorio, en un radio aproximado de unos 100 kilómetros cuadrados.
El mismo Godoy la describe como una sociedad que no era tan simple, sino que más bien compleja, que presenta vínculos en distintos nichos ecológicos y probablemente con distintos tipos de poblaciones.
También es significativa porque da cuenta de una complejidad social en la disposición social del campamento y del consumo de megafaunas.
Algo importante apunta Godoy, porque el paradigma norteamericano le otorga un énfasis a las sociedades cazadoras y recolectoras, al revés de Monte Verde donde el acento está puesto en la tradición de bosques y estepas.
Y por lo mismo subraya que el énfasis está más puesto en la recolección que en la caza.
Otro aspecto relevante es el uso del material vegetal como las fibras, los cordonajes, que dan cuenta de un uso del bosque bastante inteligente y que permite responder a las necesidades de este grupo.
Pilauco
Sobre la conexión con el sitio arqueológico Pilauco, ubicado en Osorno, señala que se dieron situaciones de las poblaciones del período prehispánico que se van comenzando a entender en la medida que se van desarrollando mayores investigaciones.
Por eso para los investigadores no es raro pensar que en el futuro se puedan encontrar con un nuevo Monte Verde en términos de antigüedad y por su particularidad.
En el museo existe un equipo de investigación que ha realizado algunos hallazgos, como en el alero Marifilo 1, ubicado en la zona circundante al lago Calafquén de Panguipulli en la región de Los Ríos. Tras realizar las excavaciones se encontraron otro sitio de 9 mil años de antigüedad, lo que los hace pensar que tras Monte Verde los vestigios de Marifilo 1 permiten entender la continuidad de la ocupación humana en la zona de bosques en el cono sur de América.
Simón Urbina, arqueólogo de la Dirección Museológica de la Universidad Austral, explica que esta unidad se vincula adicionalmente con distintos proyectos de Arqueología Histórica, Urbana y Pública, con intervenciones que se realizan en Valdivia y sus alrededores.
Explicando el poblamiento americano
A nivel científico, las indagaciones lideradas por Tom Dillehay, tanto en los año 70' como hace dos años, confirmaron el fin de una de las teorías más aceptadas acerca del poblamiento americano, como es la de Clovis, que postula que los primeros seres humanos habrían llegado a Norteamérica provenientes de Asia y desde ahí habrían poblado el resto del continente. La travesía se habría realizado cruzando el estrecho de Bering y todo ello habría ocurrido hace 13 mil años. Con los hallazgos de Monte Verde, esto queda descartado, pues hay evidencia de presencia humana con 18 mil 500 años de antigüedad, en el extremo sur de América. De ahí su importancia investigativa a nivel global.
1977 fue el año en que el arqueólogo y antropólogo estadounidense Tom
Dillehay comenzó las excavaciones en el sitio arqueológico de Monte Verde, a 27 kilómetros de Puerto Montt.
18.500 años es la data asociada a los últimos antecedentes encontrados
en el sitio de Monte Verde, hace dos años, por Tom Dillehay, Mario Pino y el equipo de investigadores de la Uach. 1.500 son las piezas
del sitio Monte Verde que actualmente resguarda en Valdivia el equipo de la Dirección Museológica de la Universidad Austral de Chile, en el Campus Cultural de Isla Teja.