Playas no aptas para el baño
Pese a las normas, muchas personas concurren durante el verano a lugares no autorizados para el baño. ¿Qué se puede hacer contra esa costumbre? ...si se sabe que habrá mucha gente en un lugar riesgoso ¿es válido dejar que se expongan, sin ninguna intervención y sin controles preventivos?
La temporada veraniega es sinónimo de mar, ríos o lagos. Las familias buscan las playas para pasar las vacaciones y disfrutar del privilegiado paisaje local. Sin embargo, no todas son seguras para el uso y en muchas de ellas se registran accidentes durante esta época, cuando la llegada de visitantes se multiplica.
Solo 19 playas, de un total de 79 identificadas en la región, son aptas para el baño, cuentan con autorización y servicios básicos; las demás deben ser visitadas solo para pasear y tomar sol. Esto implica que existen 60 lugares de Los Ríos, hoy, que no tienen salvavidas, ni otras medidas de seguridad. Pese a ello, la mayoría es utilizada por gran cantidad de personas.
Sin duda que las normas están bien tomadas y hay decisiones técnicas para autorizar un balneario y otro no. Pero la realidad indica que la gente, de todas maneras, llegará y se bañará en las playas peligrosas; que la costumbre de uso es más poderosa que las reglas que se impongan.
En este escenario es válido preguntarse sobre la responsabilidad compartida frente a la prevención de riesgos. Por una parte está el deber de la comunidad de respetar las disposiciones de la autoridad y tomar precauciones; pero por otro está la misión de garantizar el bien común que recae en esa misma autoridad. En otras palabras, si se sabe que habrá mucha gente en un lugar riesgoso ¿es válido dejar que se expongan, sin ninguna intervención y sin controles, aludiendo a que cada quien debe velar por su autocuidado?
La respuesta más directa es que sí, pues los adultos deben asumir las consecuencias de sus actos. Pero la experiencia indica que en estos espacios -más que en otros- se encuentra latente la posibilidad de accidentes serios.
No resulta sencillo enfrentar el tema (esto a propósito de la solicitud de instalar servicios en las playas de San Ignacio y La Misión, ninguna apta para el baño), más cuando los recursos disponibles son escasos. Pero, claramente, es necesario hablar al respecto, revisar normas y reforzar mensajes preventivos.