¿Los valdivianos confían en Valdivia?
Los turistas quedan maravillados con el paisaje y su gente.
Cuando veo las noticias, me encuentro con robos, asaltos, delincuencia e inseguridad ciudadana que llena las pantallas y estas páginas a diario. Tanto, que incluso ya no parece novedad. Ahora lo extraño e increíble, es que exista una ciudad amigable con sus habitantes, en donde exista una cultura de sustentabilidad. Donde sus habitantes se preocupen de cuidarla y que vibren con sus demandas de mejoría y triunfos deportivos, y donde además, se respire el arte y cultura en sus calles. Eso, para la opinión pública, es raro, y se hacen reportajes de ello para mostrárselo al resto del país.
Para quienes hemos llegado desde afuera, Valdivia es sinónimo de todo lo dicho. Paisajes de ensueño, calles limpias, y seguridad en las calles. Sus edificios han crecido en forma armónica y, pese a sus líneas modernas, no son invasivos con el entorno ni quiebran los trazos de postal que la rodean, mismos trazos que se aprecian al cruzar el puente Pedro de Valdivia, decorado siempre con banderas multicolores.
Los turistas quedan maravillados con el paisaje y su gente, los europeos que visitan la ciudad se sienten a gusto, en ocasiones se sienten como en casa, e incluso algunos de ellos se han quedado aquí a vivir y echar raíces, al quedar encantados de esta ciudad, de su clima y de su gente.
A mí también me sucedió. Soy un afuerino que llegó a esta ciudad y que se ha enamorado de ella. Agradecido de una ciudad que me acogió desde el primer día, en donde junto a mi pareja hemos hecho grandes amigos, y en donde hemos decidido quedarnos y echar raíces, y aportar con un grano de arena a esta ciudad que nos recibió como a uno más.
Su gente lucha por hacer surgir esta ciudad, y para hacer que su voz se sienta fuerte en la capital. La cuida y quiere, es capaz de viajar apoyar a sus equipos, pese a la distancia, para que donde vayan jueguen de locales, con apoyo incondicional desde las tribunas.
Cuando veo todo esto, me llaman la atención quienes se quejan por problemas como la falta de vías de acceso, escasez de vuelos y déficit de puentes para reducir los tacos que se forman en la Isla Teja -que también he padecido- sin hacer nada para revertirlo. Pese a todo ello, siento que debemos sentirnos afortunados de vivir aquí, en este lugar de ensueño, donde aún podemos caminar tranquilos por la calle y saludar amablemente a quienes nos encontramos en las veredas. Aún podemos confiar en nuestra ciudad y en la calidez de su gente, y aún podemos pensar que es posible cuidar, conservar y mejorar la forma de vida que entre todos -valdivianos y afuerinos- hemos cultivado aquí.
Jorge Retamal Valenzuela Abogado