Magallánicas relatan sus sacrificios para dar tratamiento a sus hijos
ONCOLOGÍA. Son madres de niños con cáncer. Sin embargo, en Punta Arenas ya no cuentan con un especialista que los atienda. Viven en Valdivia en forma precaria.
Sus vidas cambiaron por completo de la noche a la mañana. Lilian Anabalón (44), Marión Baranzelli (26) y Ángela Carrillo (26) son de Punta Arenas y aunque nunca planearon dejar su ciudad, debieron abandonarla por obligación. Sus hijos están enfermos de cáncer y tras la renuncia del único oncólogo infantil que trabajaba en Hospital Clínico de Magallanes -ocurrida en enero de este año- deben vivir en Valdivia para que los pequeños reciban sus tratamientos en el Hospital Base.
Tuvieron que dejar sus trabajos y comenzar a vivir lejos de sus maridos e incluso de sus otros hijos. "Nosotras no elegimos esto", dijo Marión, quien ha asumido el rol de vocera de un improvisado grupo compuesto por seis familias magallánicas. Su hijo Lucas, de 5 años, padece de leucemia y ambos están viviendo en Valdivia desde julio de 2015. "Primero estuve cuatro meses. Después logré irme a Punta Arenas, pero con la renuncia del oncólogo tuvimos que volver acá porque debemos seguir el tratamiento. Mi empresa de aseo industrial quedó tirada y aquí estoy sin poder trabajar. Paso todo el día en el hospital porque no puedo dejar a Lucas solo. No conozco a nadie y en el hospital se aburre, no hay tele ni nada. Es un niño y necesita entretenerse", explicó.
Mantenerse en Valdivia
Para Marión el caso más grave es el de Lilian. Su hija Giselle, de 15 años, tiene aplasia medular severa y es probable que necesite un transplante de médula. Lilian relató que ha tenido que vivir en Valdivia desde diciembre de 2014. "A raíz de esto vendí todo lo que tenía en Punta Arenas y ahora estoy con lo puro puesto. Mi marido se vino a vivir conmigo, porque mi hija lo extrañaba mucho, lloraba y bajaban sus defensas. Él recién este mes encontró un trabajo estable como pescador. Vivimos en una cabaña, pero sobrevivir acá está siendo difícil. El doctor dice que tenemos que quedarnos por lo menos seis meses más", explicó.
En promedio, las familias magallánicas deben gastar unos 300 mil pesos en arriendo y gastos básicos. Eso además de la mantención de sus casas en Punta Arenas.
Ángela Carrillo es mamá de Franco, de dos años y 10 meses, quien sufre de leucemia. Ella debió pedir una licencia en su trabajo para estar con su hijo en Valdivia, vive en una cabaña ubicada a una cuadra del hospital y debe ir con él a comprar al supermercado o a hacer trámites en el centro. Aunque los médicos le dicen que por sus defensas bajas no debe sacarlo de casa, no lo puede dejar solo. "Hace rato estaba viendo en Facebook que la gente en Magallanes iba a hacer una marcha por el cambio de hora. Eso me parece una estupidez cuando pienso en la salud de nuestros niños y en que en Magallanes debería haber especialistas. Es algo tan importante y me siento impotente al no tenerlo. Me pregunto todos los días por qué", aseguró. En Punta Arenas la espera su otro hijo, de siete años.