Ernesto Prützmann pronto cumplirá 82 años y está lleno de planes para desarrollar en el lugar donde vive, con el coro en el cual canta y en la iglesia Luterana, a la cual pertenece y donde acaba de formarse un club de adulto mayor.
Es ingeniero, nació en 1934, en Greifswald, una ciudad comercial y universitaria situada al noreste de Alemania, a orillas del mar Báltico.
Llegó a Chile a los 25 años por un contrato para trabajar y potenciar con sus conocimientos la industria láctea de la zona.
"Cuando estaba trabajando y estudiando en Alemania vino un caballero de Chile a conocer nuestra planta y universidad. Me lo dejaron a mí para que le haga un recorrido. Creo que le caí bien porque me habló de Chile, anotó mucho durante el paseo que dimos y luego fuimos a tomar un café donde me propuso que me regresara con él, a trabajar a su país. Entonces me aseguré que en la universidad me reconocieran la salida como práctica. Y la universidad me dijo encantado váyase no mas y traiga mucha gente nueva", recuerda sobre su llegada a Chile.
"Estuve un tiempo y después regresé a Alemania con muchas nuevas experiencias, estuve un año más y me titulé", agrega.
Después decidió que quería hacer su vida en Chile. "Me enamoré de este país. Trabajé 6 años en una planta en Loncoche, 3 años en Cayumapu, después compré un campo en Máfil y fui agricultor. En Alemania también éramos agricultores hasta que llegaron los rusos y nos expropiaron nuestro campo.
Aquí en Chile siempre trabajé con lecherías grandes. Campos donde ordeñaban 700, 800 y mil vacas. Y hoy ya estoy jubilado. Trabajé hasta los 75 años porque tenía muy buena salud e interesante trabajo. ¿Para qué iba a jubilar antes, para quedarme sentado en la casa?¡no, no, no!
-¿Como ve la industria láctea local, ahora que está retirado?
-Hoy día la industria láctea está bien, pero en mis comienzos estaba muy mal. La leche llegaba agría a la planta porque se acumulaba en tarros, muchas veces habían sapos en la leche. Hoy casi ni se toca la vaca para sacar la leche, por lo que esta es de primerísima calidad.
En mi tiempo era muy difícil hacer productos de buena calidad. Hoy se trabaja con estanques de frío que mantienen la temperatura óptima,entonces se trabajaba con otros estándares lo que nos tienen a muy buen nivel no tenemos nada que envidiar a otros países. Este ha sido un trabajo en conjunto entre agricultores y profesionales del área.
¿A qué actividades dedica su tiempo ahora?
-Pertenezco a muchos grupos. Es que tengo muy buena llegada con todo el mundo porque soy un tipo muy alegre que disfruta mucho de la vida, y por eso canto en el Coro de Adultos del Instituto Alemán y soy presidente también; hago ejercicios con máquinas en la Caja de Compensación Los Andes con el grupo de adultos mayores, también tomo cursos de inglés y soy miembro por 50 años de la iglesia Luterana. Diez años fui presidente del directorio. Luego dejé el cargo para dejárselo a nuevas generaciones.
Siempre busco actividades que me permitan aprender mucho, nunca es tarde para empaparse de conocimientos, estos nos permiten tener una buena y entretenida conversación.
¿Y sobre su familia, que puede contar?
-Estuve 20 años casado con Eva Kairath Wendler, que tiene un Vívero en Valdivia y nos llevamos muy bien. Y de ahí nacieron tres hijos ellos están muy bien hablan muchos idiomas. Una estudió en Alemania y trabaja allá, otra se quedó aquí y trabaja en Osorno con los neozelandeses y mi otro hijo es Klaus, el basquetbolista destacado del CDV. Me pone contento que mis hijos sean grandes profesionales, tengan buenos trabajos que les den satisfacciones y tengan hermosas familias.