Vincular el quehacer de la academia con las actividades productivas de un territorio, de modo que el conocimiento generado desde la primera se transforme en soluciones para mejorar la gestión de la segunda, permitiendo que así se eleve la calidad de vida de la comunidad en la que ambas se encuentran insertas. Así podría describirse, básicamente, el espíritu que inspira a una Oficina de Transferencia Tecnológica (OTT), unidades que en Chile y Sudamérica existen hace escasos años y en pocos lugares, pero que se desarrollan hace décadas en los países más avanzados, enfocadas hacia apoyar la investigación, ayudar a patentar descubrimientos y acompañar su aplicación práctica en la vida cotidiana de empresas y personas.
La Universidad Santo Tomás, con apoyo del Gobierno Regional (Fondo Fic), creó una de estas oficinas en la región de Los Ríos y la presentó en un seminario, donde la reflexión sobre su tarea fue explicada por dos expertos, quienes contaron sus experiencias en Buenos Aires y Valparaíso, e invitaron a todos los asistentes a contribuir al éxito de la iniciativa. Pero, sobre todo, ambos se detuvieron para pedir esfuerzos que superen las barreras culturales, prejuicios, desconfianzas y tradiciones que separan los mundos universitarios, políticos y de las empresas, que muchas veces les impiden trabajar en conjunto por objetivos compartidos, como convertir su entorno en un mejor lugar para vivir.
"Mi universidad flotaba a centímetros del suelo", dijo uno; "las patentes son guardadas con nombres extraños para que nadie las encuentre", contó el otro; mientras que ambos coincidieron en que el conocimiento científico se acumula en publicaciones internacionales, pero no se aplica a situaciones reales, porque esos problemas cotidianos no llegan a las aulas. "Y esa desconexión afecta la formación de pre grado", agregaron.
Ninguno se refirió a esta región en particular, pero sus palabras hicieron sentido en esa dirección, para la mayoría de los presentes en la actividad.
El camino iniciado por la UST con esta oficina apunta en esa nueva dirección y puede sumarse a las señales de objetivos similares, que se ven en otras instituciones, aunque no en el mismo grado de formalización.