Juan Vargas Oñate
Un drama familiar dejó al descubierto el incendio que destruyó una modesta vivienda de madera en el pasaje Nelson Ríos 4035 interior, la noche del jueves, en la población Pablo Neruda.
Por segunda vez en un año Teresa Pérez González -de 84 años de edad- y su hijo Carlos Pérez Pérez -de 63- quedaron "con lo puesto" y escaparon de milagro, de morir quemados en un incendio.
Ayer, ambos estaban en medio de los palos y escombros quemados, tratando de rescatar algo. Pero, el fuego les destruyó todo, hasta sus camas, dejándolos bajo el amparo de Cristina Bórquez, una joven vecina a quien Teresa Pérez conoce desde niña.
PREOCUPACIóN
Sin embargo, hay preocupación y alarma entre los demás vecinos del pasaje, ya que aún y como mudo testigo sigue en pie, aunque quemado, el inmueble destruido por un primer incendio el año pasado, en esta misma fecha.
Los vecinos esperan que un organismo encargado de las personas de tercera edad se haga cargo y preocupe de la mujer de 84 años y su hijo de 63, a quienes se le conoce desde la época del campamento Chorrillos.
El terreno es de propiedad de Teresa Pérez, quien no tiene los recursos para demoler y limpiar los escombros del incendio anterior. Por lo mismo, desde la municipalidad la ayudaron con una mediagua que instaló en esa oportunidad en la parte posterior del patio, pero que ahora también quedó reducida a cenizas.
Versiones
El origen de este segundo incendio tiene dos versiones, lo cual genera controversia. Para Carlos Pérez, todo comenzó cuando él miraba televisión tendido en su cama y "sorpresivamente comenzó a salir humo desde el aparato. Mi madre estaba afuera en el patio y cuando quise mover la cama para ver, salió fuego y todo ardió rápido", dijo.
Sin embargo, ayer el comandante de Bomberos, Ricardo Valverde, dijo que "alguien fumaba y encontramos en el lugar indicios de que además bebió. Como ocurrió en el incendio de Niebla, donde murió una persona y la que se salvó tenía hálito alcohólico".
PENSIón
Teresa Pérez, sobrevive con una pensión de 85 mil pesos; a los que suma otros 30 mil, que recibe por ir a retirar la basura y limpiar escaleras, en una villa con departamentos.
Su hijo Carlos trabaja en la feria fluvial, limpiando pescados y mariscos, conformándose con lo que le paguen a diario.
Ahora, madre e hijo esperan recibir ayuda solidaria de la comunidad para reponer sus camas, platos, muebles y útiles para mantener su casa. Y, sobre todo, medios para retirar los escombros y limpiar todo el terreno de su propiedad, incluida la casa quemada el año pasado.