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Aporte previsional solidario

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El domingo recién pasado, en forma directa o indirecta, fuimos testigos de las manifestaciones de descontento por parte de cientos de personas que salieron a las calles en diversas ciudades de nuestro país, en reclamo frente al bajo monto de las pensiones por vejez que reciben quienes cotizaron en el actual sistema de pensiones.

Es por ello que me referiré al aporte previsional solidario de vejez, que es un beneficio financiado con recursos del Estado para los que cotizaron en el sistema de capitalización individual y que acceden a una pensión base superior a cero e inferior o igual a la pensión máxima con aporte solidario, que a contar del primero de julio del presente año asciende a la suma de $304.062.

Los requisitos para acceder a este beneficio son: tener derecho a una o más pensiones establecidas en el Decreto Ley 3.500, de 1.980, que pueden ser pensión de vejez o de invalidez y sobrevivencia, cuyo monto sea inferior a la pensión máxima con aporte solidario; tener cumplidos los 65 años de edad al momento de realizar la solicitud; acreditar 20 años de residencia en territorio nacional contados desde los 20 años de edad y por un lapso no inferior a cuatro años en los cinco años anteriores a la presentación de la solicitud, se entenderá cumplido este requisito respecto de quienes acrediten 20 años de imposiciones; y finalmente, integrar un grupo familiar perteneciente al 60% más pobre de la población, según el Índice de Focalización Previsional.

El aporte previsional solidario de vejez corresponderá a la cantidad que resulte de restar de la pensión máxima con aporte solidario la pensión o suma de pensiones que perciba el solicitante.

El aporte previsional solidario disminuye a mayor pensión hasta extinguirse para aquellas pensiones iguales o superiores a $304.062.

María

Constanza Rojas

Jefa carrera de Derecho UST

Manuela castillo Rivas: "me siento bendecida por la vida que tengo"

EJERCICIO. Fue profesora normalista de Educación Física del Instituto Comercial de Valdivia, y ahora se dedica a disfrutar de la vida.
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Nacida el 30 de octubre de 1932, Manuela Castillo Rivas tenía una año y algunos meses cuando falleció su madre de neumonia, y fue criada, junto con una de sus hermanas, por unos tíos paternos a quienes les dijo papás. A la mayor de las tres la crió una de las abuelas.

"Mis papás fueron maravillosos y con ellos viajé desde Osorno a Valdivia cuando tenía cinco años, porque a la mamá le ofrecieron el cargo de directora de la Escuela 6 de Niñas, que estaba en Domeyko. Yo me eduqué en la escuela 6 y después en el Liceo de Niñas", recuerda.

Danza

A fines de los años 30, llegó a Valdivia Herbert Belkner, quien fundó una academia de danza clásica y la mamá de Castillo, la inscribió en ella.

-¿Qué tal fueron esos años?

-Cuando estaba en el liceo, el profesor Belkner instaló su escuela y mi mamá me inscribió, porque pensaba que tenía aptitudes. Estuve desde 1945 a 1950 estudiando danza clásica. Todos los años, en noviembre, se realizaban las galas, en las que nos presentábamos. Mostramos "El lago de los cisnes", "Copelia" y "Cascanueces", entre muchos otros. Estudié con grandes figuras de esa época, como Norka Ewetz, María Carvallo Frick, Ana María Cabello y María Eugenia Charpentier.

Más o menos en 1948, el profesor invitó al reconocido bailarín Ernst Uthoff a Valdivia y seleccionó a algunas de nosotras para que hiciéramos una muestra de danza y yo fui una de ellas. Cuando finalizamos, el maestro nos dijo que si nos decidíamos estudiar en Santiago, él nos recibía con los brazos abiertos, por lo que nos creíamos la muerte con las chiquillas. Fue una época en la que fui muy feliz.

-Y después de salir del liceo y de la Escuela de danza ¿qué hizo?

-Viajé a Santiago y a Angol a estudiar en la Escuela Normal y regresé a Valdivia. Al llegar, me contrataron como profesora de Educación Física en el Instituto Comercial. Inicié mi carrera profesional en 1954 y me jubilé en 1989.

-¿Le gustaba ser profesora?

-Una de las cosas gratificantes de mi trabajo, es que algunos de mis ex alumnos hasta el día de hoy me reconocen en la calle y me saludan.

-¿Por qué decidió profesora de Educación Física?

-Porque como yo era buena para la danza la gimnasia, y había una especialización de la Escuela Normal, decidí estudiar eso. A los dos años de jubilar, con una colega llamada Ivonne Ríos dábamos clases de gimnasia a adultos mayores en La Gota de Leche, pero cuando entregamos el local, unas amigas me pidieron clases grupales en la que era mi casa, en Aníbal Pinto con Cochrane.

Estuve en eso por diez años, de lunes a viernes, en tres horarios. Siempre estuve en constante movimiento. Pero cuando vendí la casa al Partido Socialista, se acabaron las clases y me vine a vivir con mi hija.

-¿Por qué la vendió?

-Porque por más energía que tengo, uno tiene que darse cuenta de su edad. Además, esa casa era demasiado grande.

Dino's

Castillo y su hermana fueron unas de las muchas personas que lamentaron el cierre del café Dino's, "porque iba a tomarme un café todos los días por cerca de 15 años", dice la ex profesora.

¿Tantos años?

-Lo que pasó fue que empecé a ir, y como soy conocida, me encontraba con amigas. De a poco comenzaron a llegar las colegas cuando jubilaban. Además, se sumó mi hermana, que trabajaba en Santiago en el Instituto Nacional y en el Liceo de Aplicación y que cuando jubiló, se vino a Valdivia.

¿De qué conversaban?

-De muchas cosas, contábamos chistes, los chascos que nos pasaban cuando trabajábamos, de anécdotas. Lo importante era pasar un momento agradable, y como la atención en el lugar era impecable, nos quedamos allá.

¿Adónde se juntan ahora?

-No tenemos definido un lugar. Algunas van al Entrelagos o al Molino, pero yo voy al Palace con mi hermana, con quien tenemos una excelente relación.

Mayores de La Unión egresaron de programa de envejecimiento activo

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Con la realización de una convivencia, 30 adultos mayores de La Unión se dieron cita en la sede del Centro de Adulto Mayor Millaray, para celebrar el egreso de un programa piloto de envejecimiento activo en el cual los participantes recibieron atenciones podológicas, kinésicas y clases de yoga.

El programa fue financiado por el Fondo de Iniciativas Locales de Apoyos y Cuidados para adultos mayores proveniente del Ministerio de Desarrollo Social para apoyar la implementación de iniciativas presentadas por las municipalidades dirigidas a adultos mayores para mitigar los efectos de la progresión de la dependencia en ese grupo de la población.

La trabajadora social de la municipalidad y encargada del programa, Daniela Peralta, manifestó que "el municipio quiere favorecer que adultos mayores fortalezcan su salud, prevengan ciertas dolencias y se sientan más activos y autovalentes, así que este programa piloto ha contribuido a ello y hemos visto el interés de los adultos mayores de participar de iniciativas como éstas".

Dos beneficiadas del programa y socias del Centro de Adulto Mayor Millaray valoraron la iniciativa. "Estamos contentos que la alcaldesa nos tuviera en cuenta y favoreciera con este programa en el que participaron excelentes profesionales que nos aportaron para sentirnos mejor de salud y anímicamente", dijo Eugenia Astudillo. Mientras que Nora Montecinos aseveró que "me resultó maravilloso ser parte de este programa que ha traído beneficios a mi salud, ya que antes tenía problemas de movilidad y ahora me siento más liviana".

"Mi familia ha sido fundamental"

Castillo se casó el 11 de febrero de 1959 con Juan Francisco González, profesor de Contabilidad del Instituto Comercial. "Nos conocimos en el trabajo y nos enamoramos. Él falleció en 1983, por culpa del cigarro", recuerda. Con su marido tuvieron dos hijos. Además, Castillo disfruta de sus tres bisnietos, una niña de 13 años y los gemelos de cinco años. "Dios me ha dado la bendición de poder ver a mis hijos, nietos y bisnietos crecer, quienes me dicen Mima", comenta la ex profesora.