Le llega el turno a la Universidad. ¿Se podrá evitar en Chile los errores en los que ha incurrido la reforma europea, asociada a Bolonia? Cuando el Espacio Europeo de Educación Superior la echó a andar, las autoridades políticas y educativas lo saludaron con la misma expresión: "reto y oportunidad". Al cabo de unos años, hay también unanimidad en el balance: fracaso y desánimo. En los dos grandes objetivos de la reforma, movilidad y empleabilidad, no se han conseguido avances significativos.
En cambio, la "cultura del control y de la evaluación" ha generado una enorme burocracia, pública y privada, que produce un gasto millonario. Miles de profesores dedican cientos de miles de horas cada año a cumplimentar formularios y a realizar informes. Los burócratas se frotan las manos, pero nadie más está contento. Lo llamativo es que todo ese esfuerzo no sirve para nada: al margen de que se evalúan tan solo aspectos procedimentales -de los contenidos no se habla- apenas se siguen decisiones prácticas.
Chile suele mirar a España y a Europa a la hora de legislar. ¿Tendrá el gobierno el suficiente criterio como para evaluar con rigor la experiencia europea? Puestos a copiar, seria de tontos imitar lo malo, lo que lleva al fracaso. Algunos de los principios de este gobierno -dirigismo estatal, vocación de control, incremento de la burocracia- aplicados a la proyectada reforma universitaria, en lo personal me genera inquietud.
La comunidad universitaria europea sucumbió sin oponer resistencia ante la invasión de la burocracia estatal. ¿Tendrá la academia chilena la capacidad y la determinación para enfrentarse a esa amenaza? En los medios intelectuales europeos predomina el desencanto, y el cinismo es el mejor aliado del statu quo.
Quiero pensar que mis colegas chilenos siguen creyendo en el sentido de su tarea y serán capaces de reaccionar.
Dr. Alejandro Navas, académico español
Prof. invitado Instituto de Comunicación Social, UACH.