El mes de la solidaridad que hemos vivido nos invita a reflexionar sobre esto, tanto a un nivel personal y familiar, como también nacional. Es que la solidaridad no es una acción esporádica, ni se reduce solo a la donación de recursos, está es una praxis que se manifiesta en obras concretas que nos relacionan y acerca a un hermano que sufre o necesita. La solidaridad es entonces un pilar fundamental de lo que significa vivir en comunidad, vivir en una nación donde los habitantes nos relacionamos y hacemos causa común por un país, que por sobre todo es una misión de justicia.
En Chile solemos reducir las cosas en aspectos sesgados del total, la solidaridad la hemos reducido a ideas y sentimientos, a la donación de recursos y la hemos confundido con el asistencialismo, acciones que por cierto son válidas y merecedoras de todo respeto, pero que no tienen el nivel de significancia e importancia que tiene la solidaridad.
Por ejemplo, cuando hemos sufrido tragedias nacionales, hemos sabido responder asistiendo a nuestros hermanos necesitados. Sin embargo cuando han pasado unos meses y la tragedia ha salido de los matinales y los medios, la vida continua tan indiferente como siempre.
La solidaridad es apostar por la justicia social, la solidaridad es morir a parte de mi ganancia por el otro, es entregarme a una causa común cediendo parte de mi ventaja personal en favor de la ventaja de la comunidad ¿El sistema de AFP da cuenta de un Chile solidario? ¿La terrible desigualdad que vive el país da cuenta de un Chile solidario? ¿El profundo nivel de desconfianza da cuenta de un Chile solidario? Se podría seguir nombrando situaciones que nos dan cuenta que Chile como país dista mucho de ser un país solidario.
Es por esto que quiero agradecer a todas aquellas personas de buen corazón, que sin importar su creencia o pensamiento mueren un poco por el hermano en todo momento, esas personas que en el silencio y contra todo un sistema que nos individualiza trabajan día a día luchando por forjar un Chile más justo y solidario. También agradezco y pido por aquellos que en lo diario regalan una sonrisa o un saludo, entregan su tiempo a escuchar a quien lo necesita, visitan a un enfermo desconocido, y los que acompañan a los privados de libertad que están abandonados. Para todos los que en lo cotidiano e intrascendental, forjan un Chile solidario.
Ignacio Ducasse
Obispo de Valdivia