La pregunta acerca de las depresiones y sus cambios estacionales nos invita a analizar las manifestaciones anímicas que podrían ocurrir con la llegada de la primavera. Dos posturas aparecen al respecto, una que respalda los cambios anímicos estacionales sobre la base de estudios estadísticos y epidemiológicos, y otra, desde la psicología clínica, que los desestima por no reflejar la complejidad de la dolencia idiosincrática. La primera se basa en una mirada biomédica, denominando a este cambio anímico Trastorno Afectivo Estacional (TAE), en donde existe una interacción de factores genéticos, neurológicos, endocrinológicos e inmunes, los que consideran la respuesta del cerebro a la exposición de la luz natural y la aparición de alergias que afectarían el estado de ánimo. Durante el invierno la disminución de la luz natural afectaría a hormonas melanina y la serotonina, encargadas de regular los ciclos del sueño-vigilia. Somnolencia, irritabilidad, ansiedad, aumento del apetito, y tristeza tienden a aumentar durante el invierno, lo que podría estar asociado a una actitud menos sociable por parte de algunas personas. Igualmente, los cambios de temperatura afectarían el estado de ánimo. Respecto a la luminosidad, con la llegada de la primavera aumenta y se espera que la gente tenga una actitud positiva. Las personas con un estado de ánimo melancólico se pueden ver exigidas a tener que entrar en esa sintonía.
Es cierto que algunas personas acusan afecciones anímicas con los cambios estacionales, sin embargo es importante considerar otros factores que podrán estar involucrados: Dolencias relacionadas con enfermedades crónicas y agudas, o alguna pérdida importante, etc.
Al momento de pensar en la depresión primaveral, hay que considerar no sólo aquellos elementos biomédicos, sino también la historia vital.
Para quienes hemos tomado el camino de la clínica, avalamos esa experiencia que los sujetos nos comparten en cada sesión, única e irrepetible, con sus propias historias.
Para quienes la primavera pueda acercarse a algo más depresivo, para otros puede ser sinónimo de alegría y placer. Lo relevante aquí es la consideración de cada historia y la construcción de la realidad que cada sujeto hace y rehace de su vida, la cual no está determinada ni pueden remitir sus dolencias a estos factores ambientales.
Rodrigo Valenzuela Abarca Docente de Psicología de la USS Valdivia