Durante este fin de semana se celebra en nuestra ciudad la X Fiesta del Encuentro Nacional del Adulto Mayor, que congrega en Valdivia a personas mayores de todo Chile. Con alegría se reúnen ya por diez años seguidos en un encuentro que los tiene como protagonistas, que visualiza a las personas mayores como personas autónomas, capaces de organizarse y organizar un encuentro de esta magnitud, como personas activas y con una voz potente para decir al mundo que allí están.
Sin embargo no debemos olvidar a la gran mayoría de las personas mayores que no pueden disfrutar de su merecida recompensa. La pobreza, el abandono, el maltrato y la violencia son la triste realidad de cada día para muchas personas mayores. Un país que aún no se hace cargo de esta realidad da cuenta de cómo vendamos nuestros ojos a una situación que involucra a toda la población y hacen que la vejez nos produzca un miedo terrible, y nos fuerza a buscar la eterna juventud alejando al fantasma de la vejez de nuestras vidas.
En este escenario global y nacional, esta fiesta nos recuerda que la vejez es un momento de júbilo luego de todo el arduo trabajo realizado durante la vida.
Es un espacio para enseñar a los más jóvenes lecciones que no recibirán en ninguna universidad, ni en ningún otro lugar más que de boca de quienes lo han vivido, la memoria de un pueblo. Un espacio para aprender de los más jóvenes, para dejarse sorprender, para recordar de forma tierna todas aquellas cosas que nos asombraban de niños y niñas. Un tiempo para el encuentro consigo mismo, para la reflexión, para disfrutar de todo lo sembrado a lo largo de la vida.
Esta X Fiesta del Encuentro Nacional del Adulto Mayor quiere golpear sobre la mesa y hacer visible a las personas mayores, que están allí, que no son humanos descartables u olvidables, que tienen mucho que decir, mucho que escuchar y por sobre todo mucho que sonreír.
Cuando como país nos preguntamos sobre el futuro que deseamos construir, no solo incluyamos a los adultos mayores en nuestras agendas políticas, sino que demos cabida a su voz, pues aún tienen mucho que enseñarnos a los más jóvenes.
Ignacio Ducasse Obispo de Valdivia